Google, al desnudo

Me gusta leer a Francis Fukuyama. Aunque en su día proclamó “el fin de la historia” y se equivocó (la falta de contrapeso al capitalismo provocada por la caída del muro de Berlín, por otro lado una gran noticia para la libertad, generó un exceso cuya consecuencia es el actual estado de cosas en Europa y EE UU), suele detectar tendencias como pocos.

El año pasado publicó Los orígenes del orden político (ayer se hacía eco de ello Valentí Puig en La Vanguardia). Es un análisis de la gestación de los estados nacionales como “formas de cooperación humana”. Del Leviatán al contrato social, la religión como forma cohesionadora, la tribu y los derechos de propiedad, la violencia social… Nos cuenta el auge para predecirnos la decadencia del mismo, con una parada (admirable) en el evolucionismo institucional de Dinamarca.

En la revista Foreign Affairs ha publicado Fukuyama este 2012 El interés nacional. Su tesis es que el actual capitalismo erosiona la clase media (de hecho, se la está cargando), que es precisamente la que sustenta la democracia liberal. No hay un meta-relato de la izquierda (que ha buscado la posmodernidad o el multiculturalismo) y por ello pierde poder en toda Europa (en EE UU cualquier parecido entre la esperanza de Obama y lo que luego ha significado es pura coincidencia, aunque repetirá como presidente vistas las opciones alternativas). “El orden político emerge como el logro de un cierto equilibrio entre las fuerzas que compiten en una sociedad”, sentencia Fukuyama. ¿Qué orden político puede emerger de una sociedad dual, en la que el talento es cada vez más valorado –por escaso- y el resto tendrá desempleo o minisalarios? El futuro seguro que no es lo que era.

He estado leyendo Desnudando a Google, de Alejandro Suárez Sanchez-Ocaña, empresario y experto en nuevas tecnologías. Como explica el autor en el inicio de la obra, ni es un panegírico (él es muy crítico con este casi monopolio de la búsqueda de información, porque lo conoce bien y desde hace mucho tiempo) ni se abona a la teoría de la conspiración (simplemente, es capitalismo puro y duro).

La romántica aventura de dos chavales que crearon esta empresa en un garaje (por cierto, la señora que les alquiló el garaje hoy es VP de Google y está forrada de pasta) ha derivado hacia un monstruo empresarial que todo lo controla. “No seas malvado”, que era su mantra inicial, ha quedado en agua de borrajas por ser una empresa cotizada. Y en el fondo, como nos cuenta el autor, el “milagro” es obra de Eric Schmidt (CEO impuesto por la empresa de capital riesgo que el 7 de junio del 99 puso 25 M $ para iniciar la aventura), un ejecutivo con mucha experiencia, bregado en mil batallas.

Alejandro nos presenta los orígenes de la compañía (con una “cierta manía a tomar prestado lo que no es suyo”), sus poderosos enemigos (Yahoo!, Microsoft, Apple, Mozilla Firefox, Facebook), sus productos (Google News, Google Books, Youtube… aunque el dinero lo hace con Adsense, con los anuncios), la censura china y el monopolio, que más del 90% de sus ingresos vaya a paraísos fiscales (en España pagó en 2009 por impuesto de sociedad unos 26.500 € con una facturación de más de 18 M €). 26.000 empleados (entre ellos, 7.000 programadores e ingenieros que son la élite), adquisiciones constantes (en 2010, 26 empresas compradas). Como bien dice el autor, no somos clientes de Google sino usuarios (los clientes, los que pagan, son los anunciantes). “No somos el pescado, ¡Somos el cebo!”.

Me aventuro a pronosticar que "Desnudando a Google" será uno de los éxitos editoriales de la temporada. Y no porque su autor alimente el morbo, sino porque las luces y las sombras de una de las empresas más poderosas de nuestro tiempo nos interesan a todos.

En la portada, una especie de “Darth Vader”, como si Google se hubiera pasado al lado oscuro. No creo que sea tanto. Simplemente, nada en el capitalismo y por ello necesita ser un tiburón, aunque sea considerada en 2012 la mejor empresa para trabajar (tiene proyecto, paga bien, genera la ilusión de cambiar el mundo, tiene prestigio…). Tale vez Google sea, como dice Andrew Grove (Intel), “una empresa dopada con esteroides, con un dedo puesto en cada sector”. En términos de modelo de negocio, todos debemos “googleizarnos” (siguiendo a Jeff Jarvis); en términos éticos, tal vez debemos aprender de ella para saber lo que no conviene hacer”. No hay que vender el alma, aunque sea a un precio escandaloso.