El capitalismo travestido

Extraño domingo éste. Me ha levantado a las 7.15 h de la mañana, AVE Sevilla-Madrid a las 8.45 h para llegar a las 11.15 h y en Barajas a las 19.30 h para salir hacia Bilbao. Mañana y pasado doy clase de Liderazgo y Dinamización de Equipos (dentro del programa de Habilidades Directivas) en la Universidad Comercial de Deusto, como he hecho ininterrumpidamente durante los últimos 15 años.

He estado siguiendo en la distancia los debates del Foro Económico de Davos durante esta semana. Raghuram Rajan, ex economista jefe del FMI de 2003 a 2007 (cuyo libro Grietas del sistema es para un servidor uno de los que mejor explica la crisis, no desde los efectos, sino desde las causas: la educación, la desigualdad social, el capital organizativo) considera que hay que acabar con lo que llama “el capitalismo travestido”: “Banqueros ‘en apariencia inteligentes’ levantaron un sistema financiero ‘sofisticado, competitivo y amoral’ que llevó al sistema hacia el abismo”. Bancos demasiado grandes para dejarlos caer, a los que se sigue alimentando: “Esto va a reducir el crédito, y con ello se complica la recuperación. No hay que olvidar que la solución a la crisis europea sólo puede venir por la vía del crecimiento. Con ese tipo de políticas contradictorias, lo más probable es que haya nuevos episodios de turbulencias”.

También en Davos, el ‘economista conductual’ Robert Schiller (Animal Spirits), creador del concepto de “exuberancia irracional”, ha comentado que tras los vaivenes de la prima de riesgo hay miedo y “efecto rebaño”.

Necesitamos eficiencia (más que austeridad, término que puede ocultar pereza en lugar de esfuerzo y revanchismo en vez de imaginación) y necesitamos proyectos. Adelaida de la Calle, rectora de la Universidad de Málaga y presidenta de la CRUE (conferencia de rectores) escribe en el extra de economía andaluza de El País Una apuesta estratégica: “Es necesario y urgente replantear el modelo productivo”. “Conviene incentivar la formación para encarar mejor la inserción laboral”. No puedo estar más de acuerdo; sin embargo, si no se reinventa la universidad, tiene el mismo futuro que Spanair.

En el mismo diario, en las páginas de Negocios, Michael Andrews (presidente global de KPMG) insiste en lo mismo: “La austeridad no es la única estrategia. Hay que crecer”. De hecho, la austeridad NO ES UNA ESTRATEGIA. Ni crecer por crecer tampoco. Si un directivo o un empresario no dispone de una estrategia (no digamos, si no sabe realmente lo que es una estrategia), no la convierte en un reto emocional y no moviliza a su gente para alcanzarla, no merece tener éxito porque no es capaz de liderar. Es una de las diferencias fundamentales entre un verdadero ejecutivo o un mero especulador (privado o público).

Antón Costas, también en El País Negocios, más de lo mismo: “Hace falta una visión esperanzadora”: “El ritmo actual de recorte del déficit es como creer en terapias de adelgazamiento a base de no comer nada”. Édouard Carmignac, fundador de la gestora que lleva su nombre, considera que las ‘medidas de austeridad’ conducen al abismo… Si no trabajamos el lado de los ingresos, lo vamos a pasar francamente mal como sociedad. De hecho, en Davos se han visto dos mundos: los BRICS (y similares), con proyectos, ganas, futuro. Y la vieja Europa, totalmente esclerotizada entre políticos trasnochados y tecnócratas aburridos. ¿Acabará todo el talento marchando a Iberoamérica, Asia, África incluso, y viniendo por aquí de vacaciones?

Moisés Naím, ‘el observador global’, también se refiere a Davos y a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica): la arrogancia (la hybris griega) convierte en decadencia lo que toca. La respuesta ha de ser la humildad, que en realidad significa seguir aprendiendo. Menos lágrimas (ya está bien de lamentaciones) y más sudor (esfuerzo por mejorar cada día).

Tenemos que ser “Héroes de la idea” (el historiador Fernando García de Cortázar, en la tercera del ABC): “Hombres como De Gaulle, De Gasperi, Adenauer, Churchill, Schumann, Mendés France, entre tantos líderes de la posguerra… tenían ideas y vivían en creencias. Como lo hizo Blas de Otero pidiendo la paz y la palabra, porque sobre una se construye y en la otra se convive. Disponían de principios y sólo comprendieron su labor en relación a éstos. Para ellos, cada una de sus naciones y Europa entera no eran territorios asépticos, sino los lugares que habían proporcionado al mundo los valores esenciales de la modernidad y el imperativo moral de su defensa. Valores que sólo podían recuperarse ejerciendo un liderazgo que no se limitaba a una delegación formal de la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas, sino que tenía que practicarse sobre la solidez de unas convicciones”. Sólo con Liderazgo podremos salir “del callejón al que nos han conducido la insensatez, la incompetencia y el desprecio por las ideas”.

¿De dónde procede nuestro ‘desaliento colectivo’? José Luis Barbería se lo plantea desde la sección Vida & artes de El País. Cita al hispanista John Elliot, que nos ve excesivamente autocríticos (creo que la palabra clave es “pesimistas”). El deporte español, que compite con éxito en el mundo, es la excepción. Las causas, que no se comentan en el artículo, para mí tienen que ver con lo que Ortega llamaba la ‘tibetanización’ de España, nuestro cierre de fronteras culturales durante 500 años. La caída del Imperio ha generado históricamente una sensación de fracaso. Buscamos el éxito por el pelotazo (bien sea el descubrimiento de América o la burbuja inmobiliaria) y no haciendo bien las cosas, salvo excepciones más que honrosas, como los mencionados deportistas o las empresas competitivas y productivas que exportan (pocas y muy valiosas).

Liderazgo. Tino Fernández, en Expansión & Empleo, titula su página “Mi competidor siempre es mejor”. Se refiere, claro está al Real Madrid superado por el Barça de Guardiola. La idea es magnífica, las claves no las encuentro. Echo a faltar que se le pregunte a Leonor Gallardo, que para eso ha escrito toda una trilogía sobre el Pep Team y un libro específicamente sobre “Mourinho versus Guardiola”. Seguro que ella habría dado muchas pistas a los lectores, dicho con todo el respeto a mis amigos que son citados en el mencionado artículo.

Y finalmente, Ideas, columna de José Antonio Marina en El Mundo. Nos cuenta que acaba de participar en unas jornadas sobre pedagogía del emprendimiento organizadas por la Fundación Príncipe de Girona. 70 autores de programas elaborados para desarrollar en la escuela ese tipo de competencia. “Hay una tríada de conceptos omnipresentes en nuestra situación actual: emprendimiento, creatividad e innovación. Se repiten como un mantra salvador. Pero necesitamos saber qué son y cómo se pueden educar. Emprender es la actitud más profunda, muy cercana a la personalidad”. Como muy bien explica JAM, una cosa es la actividad emprendedora y otra la actividad empresarial. “Ésta es la concreción económica de aquella. Emprender es la virtud del inicio, así como la perseverancia es la virtud de la continuación. Capacita para imaginar un proyecto, planificar su realización, ejecutarlo y evaluar su ejecución”. “La calidad de la creatividad dependerá de la calidad del proyecto”. “La innovación es aquella novedad que tiene una utilidad social”. El tema es tan importante que merece una entrada monográfica (si no varias) en este blog.

Y dos magníficas noticias: los Monty Python (sí, John Cleese, Michael Palin, Terry Jones, Terry Gilliam y Eric Idle) se vuelven a juntar después de 16 años y tras 28 sin rodar juntos (La vida de Brian, Spamalot, El sentido de la vida, Los caballeros de la mesa cuadrada…, MP en Hollywood, Se armó la gorda). Necesitamos su fina ironía. He tenido la suerte de conocer a Cleese en Londres, de conversar con él, y soy un fan de ellos.

Serrat y Sabina unen sus fuerzas de nuevo, en “La orquesta del Titanic”. Estarán de gira por toda España. Dos ‘pájaros’ que generan sinergias. También les necesitamos, y mucho.

Mi agradecimiento a las/los líderes de verdad, que sí disponen de una estrategia (más allá de un plan; un sueño, una ilusión, un reto para mejorar este mundo). De ellas y ellos es el presente y el porvenir.