Te deseo una muy feliz navidad

Ya ha llegado la nochebuena. Como este año el 24 y el 25 caen en sábado y domingo, hemos llegado a la navidad casi sin darnos cuenta, con los anuncios del nuevo gobierno y el agotamiento de un año difícil para prácticamente todos nosotros.

Fe de erratas. Decía ayer que no se iba a publicar en España "The World in 2012" y no ha sido así. Siento el error. La revista Tiempo ha publicado en castellano “El mundo en 2012” con su número sobre Los 11 de 2011. Y Actualidad Económica ha elaborado su propio “España y el mundo en 2012”. Dos en lugar de uno.

La tecnología ha cambiado radicalmente cómo nos felicitamos unos a otros estas fechas. Los “christmas”, en papel, enviados por correos, son casi un vestigio del pasado. Han sido sustituidos por los correos electrónicos, los mensajes de Facebook, de Twitter y de Linkedin, por entradas en el blog como ésta. Iniciativas más rápidas, más ágiles, mucho más baratas. Un nuevo ejemplo de esta nueva era, “googleizada” (las felicitaciones gratuitas), conceptual, conductual. En el talentismo, la cultura de la generosidad y el altruismo, el “espíritu de los Mosqueteros” (basta con ver el anuncio solidario de Coca-Cola este año).

¿Necesitamos la navidad? No, si sólo se la considera un momento de compras exuberantes y absurdas. Este crisis, este cambio de época, está provocando que revisemos el consumismo como aspiración existencial. Sí, volveremos a los buenos tiempos (aunque no sean tan buenos como antes) y a las compras desaforadas, pero tal vez algo hayamos aprendido. Confío en ello.

Sí, sí necesitamos la navidad si la entendemos como solsticio de invierno (a partir de ahora, el sol se va imponiendo y los días son más largos), como recordatorio de humildad (ese Dios que nace en un humilde pesebre y que nos mira a todos en los más variados nacimientos), como renacimiento espiritual (religioso o no, según las creencias de casa uno), como reencuentro con los nuestros, como hito anual para revisar quiénes somos, cómo estamos y con quién y por qué la vida es lo más maravilloso que existe.

La Navidad puede ser una pequeña tortura de rituales familiares, de excesos gastronómicos, de copas de más… o puede ser un espacio para nosotros mismos, para estar con las personas a las que amamos, para recordar a aquéllos que por las circunstancias que sean no están cerca de nosotros y a quienes añoramos hasta que nos duele el corazón. La Navidad es un cóctel de sentimientos, de emociones, de pasiones y añoranzas.

Te deseo una Muy Feliz Navidad. Una Navidad en la que saborees las mejores cosas de la vida (que son las ligadas al amor, sin duda), en las que demuestres agradecimiento y amabilidad hacia los demás, en las que revises tu vocación y disfrutes de ese talento, en el que te lideres a ti mism@ para liderar a l@s demás, en las que te plantees tu crecimiento profesional y personal, en las que formes parte de un auténtico equipo (tu familia, tus amig@s, tu empresa), en las que impere el optimismo responsable (“cualquier tiempo pasado fue peor”).

Si, según Sonja Lybomirsky, la felicidad no se encuentra sino que se construye (el 10% son circunstancias externas, el 50% predisposición, el 40% nuestra voluntad, cómo queremos enfocar nuestra vida), la navidad también se construye, la construimos cada uno de nosotros. La Navidad, como la Felicidad o el Bienestar, se construye desde la inteligencia triunfante, la voluntad y el deseo.

Te deseo que tomes las riendas de la Navidad, como si de un trineo con los renos de Santa Claus se tratara, y hagas de tu vida la mejor versión de ti mism@. Sólo de ti depende. Estoy seguro de que lo harás.