Estereotipia

Segunda jornada en Valencia con mi hiia Zoe. Por la mañana, hemos ido a visitar el Bioparc, en el Parque de Cabecera, junto al Jardín del Turia, inaugurado hace casi cuatro años. Bioparc es un zoológico de nueva generación, un enorme espacio de 100.000 metros cuadrados donde se puede disfrutar de los animales de la sabana africana, África ecuatorial y Madagascar sin rejas ni jaulas.

En unas tres horas hemos podido disfrutar de la sabana (la mayor concentración de grandes herbívoros del mundo), contemplando además su vida subterránea, la cueva de Kitum (de más de 40 metros, excavada por los elefantes por la sal de sus paredes), el “bai” o claro del bosque y las especies de Madagascar (desde hace 160 millones de años, esta gran isla del Índico ha estado separada del continente africano, por lo que más del 80% de las especies son propias).

Más de 4.000 animales de 250 especies diferentes, que reproducen en espacios abiertos el hábitat del animal. Es una lástima que, a pesar de que en el plan estratégico se consideraba que se alcanzaría el millón de visitantes anual, en la actualidad se estima que llegará a los 600.000 al año en 2015 (es una cuestión, como tantas, de marketing y comercial) y que el centro comercial y de restauración a la entrada esté totalmente desaprovechado, además de que costará el triple de lo previsto (60 millones de euros, con inversiones no previstas y no productivas por 16 millones, como una pasarela y un parking con 800 plazas).

Me ha interesado especialmente la historia del rinoceronte Rómulo, que da vueltas en círculos de 18 metros de diámetro sin parar. Rómulo es un rinoceronte sureño de 33 años de edad. Tiene la misión de “macho encelador”, para provocar a Cirilo, el otro rino macho, más joven y procreador, que copule con Mayayi y Nombula, las hembras de rinoceronte con quien comparte espacio en Bioparc. Rómulo nació en un safari park de Inglaterra, trabajó en un circo ambulante y terminó en el antiguo zoo de los Jardines de Viveros en la ciudad de Valencia, en una reducida jaula que sólo le permitía dar vueltas en círculos de 18 metros. Cuatro años después, vive en un recinto abierto, mucho más amplio, pero tiene “estereotipado” ese movimiento inconsciente. Los cuidadores quieren que desaparezca, cambiándole los objetos a su alrededor, como los troncos o la arena, pero es en vano. Rómulo come adecuadamente, está sano pero, respecto a su estereotipia, “existen pocas posibilidades de curación”, según Miguel Casares, director técnico del Bioparc. Le quedan más de 40 años de vida, y así seguirá dando vueltas en círculos de 18 metros de diámetro.

Es extraño el fenómeno de la estereotipia. La estereotipia es “el arte de estereotipar o de imprimir con planchas firmes o estables en lugar de las que se usan formadas de letras sueltas”. El término procede, por tanto, del mundo de la imprenta. En el ámbito de la psicología y la psiquiatría, es “la repetición involuntaria de expresiones verbales, gestos y movimientos, que tienen lugar en algunas enfermedades psiquiátricas y neurológicas”.

En Bioparc, no le ha pasado sólo al rinoceronte Rómulo. La chimpancé Miriam y sus dos crías, que también provienen del antiguo zoo, han sufrido algo parecido a agorafobia (temor a los espacios abiertos), así como algunos grandes gorilas (especialmente el macho, asustadizo a la libertad).

Estereotipias: patrones de comportamiento repetitivos e incansables. En la mayor parte de nuestras organizaciones, en un país “tibetanizado” (como diría el maestro Ortega y Gasset, cerrado al mundo durante unos 500 años, desde Felipe II hasta nuestra entrada en la Comunidad Económica Europea), muchos directivos y empresarios repiten conductas propias de mercado local, cuando hoy Europa, y todo el mundo, es nuestro mercado. Exportan poco o nada, sólo hablan un idioma (el inglés es la lengua de los negocios), tratan a su gente como “recursos” y no como el gran activo de talento, son “cuellos de botella” por donde pasan todas las decisiones, por pequeñas que sean, improvisan y no se sirven de una estrategia coherente…

¿Se puede curar la estereotipia, así entendida? Podríamos pensar que sí, que en personas inteligentes los nuevos hábitos (por ejemplo, a través de procesos de coaching estratégico), más saludables, pueden aparecer. En realidad todos somos menos racionales de lo creemos, y hace falta mucha voluntad de supervivencia en un entorno abierto y global para no resistirnos mortalmente al cambio.

Rómulo tiene estereotipia, da vueltas y vueltas pero en condiciones de estrés (por ejemplo, ante un fuego) es capaz de correr a 40 kilómetros por hora. Ojalá nuestras empresas y organizaciones estereotipadas, desde determinada parte de la Administración pública a muchas compañías familiares, sean conscientes de verdad y puedan eliminar sus estereotipos. Nos jugamos mucho todos en el envite.