Verdad, Bondad y Belleza (reformuladas)

Reconozco mi profunda admiración por el profesor Howard Gardner, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (si un servidor hubiera formado parte de ese jurado, sin duda le habría votado). Me maravilló su estudio sobre las inteligencias múltiples a partir de la vida y obra de Picasso, Gandhi, Freud, Stravinsky, Martha Graham, T. S. Elliot y Einstein, su análisis sobre las dificultades que tuvieron que superar Mozart (como niño prodigio), Freud (como judío en la Viena racista), Virginia Wolf (por ser mujer) y Gandhi (indio en Gran Bretaña y Sudáfrica) su consideración sobre las “cinco mentes” del futuro… Sus nueve obras, hasta la fecha, son imprescindibles para quienes disfrutamos con la cognición y la educación, materias de las que Howard Gardner es catedrático en la Universidad de Harvard.

En el AVE de Valencia a Madrid he estado leyendo su último libro “Verdad, Belleza y Bondad, reformuladas”. Una maravilla.

El profesor Gardner pretende reflexionar sobre el estatus actual de las tres virtudes humanas esenciales: la verdad, la belleza y la bondad. A fe que lo consigue. La crítica postmoderna ha cuestionado la legitimidad de este trío en un mundo relativista y multicultural. Los nuevos medios digitales han dado lugar a una situación de caos. Juntos constituyen una alianza poderosa (el autor recuerda las palabras del Ministro de la Verdad en 1984, de Orwell: “La Guerra es paz, la Libertad es esclavitud”). Pero también aquella cita de Albert Camus: “Sólo una cosa en la Tierra parece mejor que la justicia; y es, si no la verdad en sí, la búsqueda de la verdad”. En muchas sociedades (como en la egipcia, con la palabra ma-at), las tres virtudes se consideraban intrínsecamente relacionadas, si no la misma cosa. “Tengo la convicción de que podemos preservar los rasgos esenciales de las virtudes clásicas, sin crearnos la falsa ilusión de volver a concebirlas de una manera idealizada.”

La verdad, que tiene su hogar natural en el lenguaje humano. Debemos empezar por la experiencia sensorial. Y de ahí a la experiencia, en las disciplinas académicas y actividades profesionales. La historia, como esfuerzo sucesivo de la búsqueda de la verdad. Y el periodismo, que se ha transformado socavando su imparcialidad (al parecer, en EE UU había en el pasado periodistas que no iban a votar para mantenerse imparciales). En todos esos ámbitos debemos seguir buscando la verdad, como algo “metacognitivo”.

La beeleza. Las artes son el ejemplo prototípico. “La verdad y la belleza son esencialmente distintas. La verdad es una propiedad de las declaraciones, mientras que la belleza se revela durante la experiencia con un objeto.” La naturaleza de la verdad no ha cambiado; la de la belleza puede hacerlo en el espacio (diferencias culturales) y en el tiempo. El compostitor vienés Arnold Schönberg distinguía entre estilo (lo que distingue a las obras de una era) e idea. El arte es un “concepto abierto”. El filósofo Nelson Goodman ha establecido los rasgos “sintomáticos” de la belleza: el interés, la memorabilidad de la forma, el impulso o inclinación (a repetir la experiencia). “Nuestras concepciones de la belleza son un blanco móvil.” La belleza es la culminación de un conjunto de experiencias previas, y surge con mayor probabilidad en momentos inesperados y en espacios imprevistos.

La bondad. HG recuerda a Kant y su trilogía filosófica: la razón pura (la verdad), el juicio (la belleza) y la razón práctica (la bondad). Gardner considera que los Diez mandamientos tratan del respeto y obediencia a Dios (los cuatro primeros) y de aspectos locales (no matar, no robar, no mentir, no acostarse con otros). Y la regla de oro (que está en el Código de Hammurabi: ojo por ojo). El autor se adentra en la distinción entre moralidad y ética. Reserva lo moral para el ámbito de tribu, clan o comunidad local. La ética es un concepto para las sociedades complejas: una actitud abstracta. Hay “ética de las funciones” como complemento de la “moralidad vecinal”. “Dado que he alcanzado el estatus de ciudadano, ¿cuáles son mis responsabilidades?” (en el “espíritu de los mosqueteros”, a este sentido de la responsabilidad la Dra. Gallardo y un servidor lo hemos llamado “el triunfo del honor”). Gardner lleva estudiando desde los 90 con Csikzentmihalyi, William Damon y otros el concepto de “buen trabajo”. Algo que presenta tres componentes (las 3E): excelente, estimulante (significativo) y ético (responsable). Verdad/Razón pura, Arte/Naturaleza, Bondad (justicia, buena vida, buena sociedad). El buen trabajo es más probable gracias a tres factores: apoyo vertical (el jefe), apoyo horizontal (los compañeros) y vacunas de recuerdo periódicas. En el ámbito organizativo, lo llamaríamos Liderazgo/Clima laboral, Cooperación y Cultura Corporativa: tres claves para que “compense” un buen trabajo (las 4C del Contexto). Se dice que los jóvenes carecen de una brújula ética. Según una investigación de 2008, dos tercios habían copiado en los exámenes y un tercio había robado en alguna tienda. Según el proyecto “Buen juego” hay cinco elementos que deben revisarse con la revolución digital: identidad, privacidad, propiedad, fiabilidad y divulgación (de la información).

Un comienzo prometedor: durante la infancia, el desarrollo de las tres virtudes es relativamente sencillo y poco problemático. Se complica en la adolescencia. “La adolescencia es el ámbito en el que deben consolidarse los hábitos de aprendizaje para el resto de la vida”.

En la edad adulta, hemos de valorar la importancia de una “mente despejada” (John Gardner). “Las capacidades de asimilar y absorber con rapidez pueden verse favorecidas mediante el acceso a los últimos medios tecnológicos; pero estos no sustituyen a la claridad de la perspectiva, la finalidad y el método”.

“Un individuo está muy poco abierto a cambiar de opinión cuando se dan tres condiciones: a) Se ha adherido durante mucho tiempo a una determinada opinión; b) esa opinión contiene un fuerte componente afectivo o emocional y c) ha defendido públicamente dicha opinión.” El fascinante mundo de las creencias arraigadas. “Si nos fijamos en quienes han vivido más tiempo o de forma más profunda, ¿qué configuración de virtudes es más apreciable y más digna de transmisión? Yo destacaría dos: las verdades prácticas de una vida bien vivida, y la moralidad y la ética de una vida que ha servido a los demás”. Amén.

De cara al futuro, Howard Gardner nos advierte del riesgo de la perspectiva del mercado, “que es hostil a la consecución de las virtudes”. Frente a este hecho, el humanismo (aunque menos del 5% de los universitarios se licencia en estudios humanísticos). Lo verdadero, bello y bueno son subcampos de la filosofía: la epistemología para conocer la verdad, la estética para la belleza, la ética para la bondad. El autor concluye: “Nuestras acciones deben trascender los propios intereses. De ese modo, podemos aportar poderosos modelos que inviten a otros seres humanos a actuar de manera (cada vez más) responsable.”

Magnífico libro esta reflexión actualizada sobre la verdad, la belleza y la bondad. De la reflexión a la acción. Leyendo el último de Howard Gardner, me he dado cuenta de que el Challenge 2011 ha ido precisamente de la Espiritualidad (la bondad, Asís), el Arte (la belleza, Florencia) y la Diplomacia (la verdad, Siena), integradas en la Verdad/Bondad/Belleza de Venecia. Un trío de virtudes que se puede –y se debe- desarrollar con los compañeros de viaje adecuados.

Gracias, Dr. Gardner, por reflexionar a tanta altura y compartirlo generosamente con nosotros.

Once de la noche y llegando al Hotel en Ferrol. Mañana, Desarrollo en Galicia.