Desarrollando Delfines

Jornada en Galicia. Salida a Santiago de Compostela en el vuelo de las 8’15 de la mañana (que ha llegado con un ligero retraso) y primera sesión del Coaching con el Consejero Delegado de una empresa gallega muy importante, líder en su sector. Almuerzo con él, el director de medios de la empresa y Enrique Ulloa y por la tarde, reunión en la ciudad jacobea con el Consejero Delegado de un gran grupo.

Me encantan las primeras sesiones de coaching ejecutivo porque el directivo en cuestión aprecia el valor del desarrollo personalizado. El que ha comenzado esta mañana es lo que llamamos en el diversigrama (la aplicación empresarial del eneagrama) un “delfín”, una persona visceral equivertida (puede ser extravertida o introvertida, según las circunstancias). Utilizamos el delfín como tótem porque estos animales son especialmente inteligentes y vuelven aunque no se les trate como merecen.

Los viscerales (personas con sentido pragmático de la existencia; les preocupa sobre todo, su supervivencia personal, su estabilidad y su seguridad; para ellas, la vida es un reto en el que deben luchar y mantener su posición, cuando no mejorarla; es el aquí y ahora) equivertidos (ocupan una posición intermedia entre los extravertidos e introvertidos; son más versátiles y pueden actuar de dentro a fuera o de fuera a dentro, según las circunstancias) son personas que unen y tienen como fortalezas la adaptabilidad, la empatía (ponerse en el lugar del otro), la colaboración y cooperación; como oportunidades de mejora, la influencia en los demás (pueden tratar de pasar desapercibidos), la resolución de conflictos y el liderazgo. En situaciones “tónicas” son amables, afectuosos y confiados; en momentos “tóxicos” pueden parecer apáticos, tercos, perezosos e incluso hirientes. “Delfines” famosos: actores como James Stewart, Gary Cooper, Clint Eastwood, Kevin Costner o Martin Sheen; actrices como Jennifer Anniston, Audrey Hepburn, Barbara Hershey, Andie MacDowell o Whoopi Goldberg; personajes de ficción como Sancho Panza o Columbo; líderes como el Dalai Lama, Nelson Mandela, Gandhi, Lincoln, Bill Clinton, Eisenhower o Ronald Reagan.

El mantra de los delfines es “me siento bien, luego existo”. Buscan la armonía, la paz, que todo transcurra suave y sin conflictos (por ello, han de mejorar la asertividad). Son modestos, amables, receptivos, tranquilizadores… Entienden el liderazgo como la generación de un clima estructurado y armónico. Son positivos y se las arreglan por sí mismos, sin molestar a nadie.

¿Dónde suelen estar sus áreas de mejora? En:

Reducir su estrés al actuar con mayor autoridad: cuándo hay que actuar rápidamente, ante un desacuerdo, cuándo hay que estructurar más el trabajo, etc.

Orientarse aún más a resultados: la orientación a las personas puede mermarlos, le cuesta supervisar y exigir a sus colaboradores.

Ser más atrevidos, porque se orientan a lo probado y conocido, al conservadurismo, a preservar la situación actual, el estatus quo, a la tranquilidad.

¿Cómo podemos relacionarnos (su coach, sus colaboradores, la gente que les trata) con los “delfines”? Algunos consejos: Cuando le presentes tus propuestas, háblale de armonía, espíritu de equipo, la justicia, lo mejor para todos, el desinterés, la opción que causa menos trastornos. No hagas referencias a la competencia, la forma correcta de hacer las cosas, los plazos, su autoridad o la tuya. No negocies con él en términos de blanco y negro, él valora la capacidad de encontrar soluciones en las que nadie pierde. No le presiones ni le metas prisas. Cuando habléis de tu futuro, procura llevarlo a concretar más de lo que es habitual en él. El futuro le parece incierto y prefiere las promesas difusas. Concreta cantidades y tiempos de los incrementos, responsabilidades, atribuciones, promociones... No interpretes sus silencios como un asentimiento (no lo es necesariamente). Aprovecha su don natural para sacar de sus colaboradores lo mejor de sí mismos. Reúnete con él/ella y escucha sus reflexiones.

¿Cuál puede ser el “lado oscuro” de los delfines? Si no se trabajan su talento, los delfines malsanos pueden reprimirse muchísimo y entonces se produce un desarrollo personal inadecuado. Se convierten en individuos desvalidos e incapaces. Se vuelven obstinados y niegan con terquedad la existencia de problemas y conflictos. Son seriamente negligentes e irresponsables y pueden ser peligrosos para cualquier persona que los necesite. Si los problemas persisten, se disocian de cualquier cosa amenazante de modo que a la larga no pueden funcionar y se convierten en individuos muy desorientados, despersonalizados, catatónicos e inmovilizados. Y existe la posibilidad de colapso emocional y de fragmentación de la personalidad.

Tengo en estos momentos en procesos de coaching tres CEOs que son “delfines”, además de uno de mis mejores amigos. Son una “rara avis” en los Comités de Dirección (sólo un 3%, a diferencia de un 34% de leones –nº 3-, un 18% de bueyes –nº 2-, un 14% de mariposas –nº 7- y un 11% de toros –nº 8-). El 10% de los Directores de RR HH son delfines. Y el máximo favorito para ganar en las próximas elecciones generales, Mariano Rajoy Brey, es un delfín. Ojalá tenga un coach estratégico que le ayude a sacar el mejor partido de sí mismo.


Mi agradecimiento a los delfines que invierten tiempo y esfuerzo en desarrollar su talento.