Telefónica, un Top Employer

Esta tarde he tenido el honor, junto con Salvador Ibáñez, de Top Employers CRF Institute, de participar en una conferencia sobre Telefónica como Top Employer en el Distrito C, sede mundial de la compañía. La multinacional de telecomunicaciones de origen español es la empresa de origen público y monopolístico de Europa que mejor lo ha hecho, con diferencia. Ha tenido la valentía (el coraje de los ganadores) de pedir este año la certificación como Top Employer que otorga el CRF Institute (presente en cuatro continentes, de China a Brasil, Europa y Sudáfrica). La ha conseguido y por ello la Dirección de Gestión del Talento y Desarrollo ha organizado esta jornada.

Sergio de la Calle nos ha llevado a un restaurante cercano a Distrito C, “La mano de Pablo”. Un sitio muy bien organizado, liderado por el propietario (“Yo soy Pablo y ésta es mi mano”, te dice cuando te saluda) y con una carne estupenda, al estilo de los mejores restaurantes argentinos, uruguayos y brasileiros. Allí hemos hablado de un montón de cosas, desde el talento en las multinacionales, el reconocimiento al liderazgo de Arnold Schwartzenegger (que ha sabido reinventarse sucesivamente en el culturismo, el cine y la política). Gracias, Sergio, por un almuerzo tan divertido.

A las 4 de la tarde, en el Auditorio del Centro de Innovación, Salvador y un servidor hemos hablado durante un par de horas. Salvador Ibáñez ha comentado los criterios para que una empresa sea Top Employer desde la objetividad y la independencia. “¿Se paga por ser una Top Employer?”, ha preguntado valientemente Sergio ante la audiencia. “Si bien hay unos costes en los que la organización incurre, el que no vale no entra en la lista aunque pague”, hemos venido a decir resumiendo. Excelente pregunta, porque las compañías que no se atreven a figurar en los ratings en ocasiones tratan de deslegitimar esta labor tan importante.

Posteriormente, he estado comentando la conexión entre las buenas prácticas desde un enfoque de productividad, eficiencia y rentabilidad. Los intangibles de gestión, desde la compensación a la cultura, son los que marcan la diferencia (el 95% del valor de las empresas es intangible).

Agradezco mucho a los 70 profesionales de Telefónica que han hecho un hueco en su apretada agenda para venir a escucharnos. Que dedican tiempo a formarse y desarrollarse, desde la reflexión para la acción. Y que estaban prestando toda su atención en estas buenas prácticas y cómo conectan unas con otras en términos de modelo.

Estamos en un cambio de era, efectivamente. Silvia Damiano, autora de “Implícame” (un libro que no debes perderte, si te interesa esto del compromiso) comenta en Twitter y Facebook un nuevo ejemplo de impacto de las emociones: “Feelings, twitter and the stock market.... Analysis of sentiments expressed in twitter appears to have given a London based firm an edge in predicting market trends. In a study published last year about predictions of the direction of the daily swing of the DJ index showed to have 87.5% accuracy. The index rose a few days after a period of calm tweets and dipped a few days after a period of anxious tweets... feelings matter after all!!”

Efectivamente, si los silbidos (tweets) son ansiosos, el índice Dow Jones cae a tope. Si hay calma, sube. Un 87’5% de exactitud. Impresionante. Mira cómo va Twitter y anticipa cómo irá la Bolsa.

He estado leyendo “Adáptate” de Tim Hartford, un joven economista que se ha convertido en una referencia (premio Bastiat al mejor periodista económico en 2006, autor de best sellers como "El economista camuflado"). Para la supervivencia, adaptarnos constantemente (es la llamada ley de Revans, que suelo citar). Como dice Tim “fracasar es el primer paso del éxito”.

“Estar dispuesto a fracasar es el primer paso esencial para aplicar las ideas de este libro a la vida cotidiana.» En un mundo cada vez más complejo y cambiante, el economista Tim Harford nos descubre un camino revolucionario para resolver por nosotros mismos los grandes problemas que acechan al mundo de hoy: el método de ensayo-error, que implica que detrás de cada éxito siempre existe una serie de fracasos que lo han hecho posible. La experimentación, la búsqueda de nuevas ideas, la valentía de asumir el riesgo de equivocarnos y la habilidad de aprender de cada fracaso determinan nuestra capacidad de adaptación y posibilitan el hallazgo de soluciones a cada obstáculo que se interpone en el desarrollo de la sociedad o de nuestro día a día. Partiendo de este sencillo pero esencial e innovador método, Tim Harford analiza diversos temas de la actualidad, desde la crisis bancaria hasta el cambio climático, pasando por los conflictos armados o la lucha contra la pobreza, y nos ofrece las claves de cómo se afrontan estas dificultades, qué tienen en común y por qué cuando se resuelven nos parece que se ha producido una especie de milagro. Este libro trata sobre estos milagros y cómo conseguir que sucedan más” a menudo.

Mi frase favorita del libro: “El organigrama formal puede ser el peor circuito en el caso de organizaciones que necesitan corregir deprisa sus propios errores”. Gran verdad.


Ya estamos en otoño, pero aún no se nota.