Talento contracorriente

Domingo de piscina, en un día casi veraniego.

De la prensa de hoy, en Empleo y Directivos (Cinco Días), Paz Álvarez habla de Cómo evitar la guerra en la empresa familiar: en España hay 3’5 M de empresas familiares, que representan el 70% del PIB y el 75% del empleo privado. Y una entrevista de Paz a Miguel Torres, presidente de Bodegas Torres: “no sirve dar consejos, sólo sirve el ejemplo”.

En Expansión & Empleo, Tino Fernández trata el tema de la “Generación perdida” (el desempleo juvenil en España bate todos los récords). Recoge el informe de la Fundación Sagardoy y las palabras de Carmen Ayllón, directora del programa de apoyo a la empresa del Consejo Superior de Cámaras: “hay un porcentaje elevado de titulados de grado superior sobrecualificados en relación a las demandas de empleo”. Carlos Viladrich (DRH de Adecco) cree que “el mercado de trabajo reclama mucha flexibilidad, esfuerzo y sacrificio. Hay que cambiar el chip, y la gestión del talento se debe reemplazar por la gestión del esfuerzo y la capacidad para adecuarse. Se requieran habilidades que no se estudian ni se practican en el mundo académico”. Admiro mucho a Carlos Viladrich como profesional y me parece una estupenda persona. Estando de acuerdo con que los jóvenes deben contar con una aptitud (en las habilidades) y con una actitud que favorezca la empleabilidad, me temo que debemos tener cuidado con eso de “reemplazar la gestión del talento por la gestión del esfuerzo”. El Talento, como diría José Antonio Marina, es “inteligencia triunfante” (los muy preparados que no se esfuerza son “inteligencia fracasada”, no talento) y por tanto se compone de Capacidad por Compromiso (Dave Ulrich) en el contexto adecuado. Necesitamos, más que nunca, saber gestionar el talento con perfiles de talento que incluyan las capacidades (aptitud+actitud) y el compromiso (la energía que el profesional le pone al proyecto). Si despreciamos la idea de talento, despreciamos las potencialidades de las personas. Precisamente, en el mismo suplemento, Arancha Bustillo y Ángela Méndez escribe sobre “Educar Talentos para exportar” y Montse Mateos sobre “La llave para encontrar empleo”, que es esa actitud (especialmente los valores) y el compromiso.

Por lo demás, la entrevista a Rafa Nadal en El País y a José Luis Sampedro en El País Semanal: “Esto acaba por degradación moral. Hemos olvidado justicia y libertad”. Y una frase del Dalai Lama en esa revista: “El medio para hacer cambiar de opinión es el afecto, no la ira”. Ejemplo práctico: Nelson Mandela como presidente de Sudáfrica.


He estado leyendo, Economía contracorriente. Antología de David Anisi. Tuve la fortuna de tener a David Anisi, fallecido el 13 de septiembre de 2008, como profesor en la Autónoma de Madrid (dio clases allí de 1973 a 1990 y en la Universidad de Salamanca de 1991 a 2008) y me enseñó muchas cosas. Sus colegas y amigos Rafael Muñoz de Bustillo y Fernando Esteve editan un estupendo volumen sobre su obra. Gran trabajo.

El profesor Anisi se definía como “alguien con la fortuna de poder pensar en libertad”. Trató los temas del subdesarrollo, del desempleo masivo, de la desigualdad… siempre desde una perspectiva crítica, keynesiana, centrada en la importancia del poder y del sistema de valores alejada del individualismo.

David Anisi tuvo intuiciones geniales. Como economista teórico, en el papel del keynesianismo: “En la actualidad, los economistas se dividen en dos grandes grupos: en aquellos que piensan que la existencia del desempleo involuntario es consecuencia de la falta de flexibilidad o falta de competencia en los mercados y el de los que creen que, con toda la competencia y con la máxima flexibilidad de los precios que se imponga, pueden darse episodios persistentes de desempleo masivo”. Para él, “el sistema de valores industriales está en crisis” y cita a Toffler: es “el fin de una civilización”. “Nuestras mentes están cambiando, y con ellas los valores y las relaciones sociales”. También recuerda a Sweezy (1983): se puede llegar a un momento en el que haya que optar entre democracia y capitalismo.

Como economista político, se dio cuenta del impacto del cambio técnico y de cómo la recuperación económica suele ligarse al proceso educativo (desigualdad): “Si el proceso educativo es guía exclusivamente por criterios económicos, y tales criterios se deducen exclusivamente de la vinculación competitiva al comercio exterior, sólo será necesaria la educación superior para la élite dominante. Posiblemente la estructura educativa antigua se mantenga, pero sólo será carne para las fieras. La educación de las universidades públicas donde nada se aprenda se acompañará de una educación superior privada para la minoría del conocimiento que la tecnología exige”. “La única libertad que pregona el capitalismo es la libertad para comprar y vender, pero el resto de las otras libertades le son completamente ajenas”. “El capitalismo no es eficiente y no se puede saber si es más eficiente o no que otros sistemas”. “La confusión entre el fin de una institución y las motivaciones de los individuos que la componen tiene la culpa de muchas de las justificadísimas críticas que se dirigen al funcionamiento de lo público”. “El sistema capitalista imbricado con el Estado posee su propia tecnoestructura sustitutoria del poder de aquellos que oficialmente lo detentan”. “Estamos en un punto crítico. Es el comienzo o el final de la democracia y la libertad”. “El ‘problema del desempleo’ surge del hecho de que nuestras sociedades son mucho más que un mercado”. “Tras 1973, el pleno empleo dejó de ser un objetivo real. La política económica quedó diseñada para otro objetivo prioritario: el control de la inflación”. “Sabemos que los mercados no siempre funcionan bien, y que en caso de duda entre el huevo y la gallina, hay que comenzar por la demanda”. “Siguiendo a Galbraith, tres son las formas en las que el poder se ejerce: condigno (por miedo al castigo), compensatorio (a cambio de algo) y condicionado (por pura convicción). Y también son tres las fuentes de donde este poder surge: la personalidad, la riqueza y la organización”. “Puestos a localizar la base individual por la que tanto los individuos desean el poder como a él se someten, se ha mostrado una nueva tríada: miedo, sentido, respeto”. “Esa triple matización exige uan separación tajante entre lo que hemos denominado ‘actividad’ y aquello otro que llamaremos ‘motivación’”. “El futuro es incierto y no se puede conocer. Pero se puede imaginar y se imagina. Y esa imaginación, nunca medible, ni aproximable en términos de probabilidad, excepto en casos elementales o tautológicos –pensamos que en el futuro la probabilidad de que salga la cara en una moneda seguirá siendo 1/2,; creemos que en el futuro al añadir ácido sobre una base se seguirá produciendo sal y agua; suponemos que en el futuro si soltamos una piedra seguirá cayendo hacia el centro de gravedad…-, a esa imaginación, decimos, la denominamos, en algunos gremios profesionales, expectativa.”

Como economista moral, Anisi trató la concentración vertical del poder en el predominio del mercado: “El mercado exige previamente no sólo un sistema de creencias que obviamente necesita, para hacer surgir las preferencias reveladas, sino también un Estado, o algún tipo similar de organización jerárquica, que permita su funcionamiento más elemental”. Analizó a los integrados (legales, ricos y normales) y a los excluidos (ilegales, pobres y raros) ligando las políticas de integración al criterio moral. Y escribió una serie de cuentos, entre los que destaca: “Parados están sólo los muertos” (un servidor nunca llama “parados” a los desempleados; ahora recuerdo quién me lo enseñó).

“Ya es hora de que el hombre tome en sus manos las riendas de su propia historia” (David Anisi). Para que esta sociedad funcione como debe, necesitamos mentes críticas como la suya. Mi agradecimiento a David Anisi por todo lo que me ha enseñado. Su legado ha de seguir vivo.