Los compis con los que no trabajarías

Jornada doble entre Ciudad Real y Zaragoza. Por la mañana, Desayuno-Coloquio sobre “Mourinho versus Guardiola” en APD Castilla-La Mancha, con Leonor Gallardo, el entrenador Benito Floro (que ascendió al Albacete a primera y entrenó al Real Madrid) y un servidor, presentados por Javier Morales de APD. Un diálogo muy fructífero sobre el liderazgo capacitador. Me ha gustado mucho el punto de vista de Benito Floro sobre la importancia del conocimiento (la aptitud como condición necesaria, imprescindible) y sobre las virtudes del liderazgo.

Por la tarde, reunión en Zaragoza con la principal Escuela de Negocios de la capital del Ebro para impulsar un Curso Superior de Coaching allí, con empresarios y directivos y con Carlos Sanz, que a través de su Fundación está realizando una labor impresionante.

Precisamente, en el AVE de vuelta a Madrid he estado leyendo “Ganar la vida”, que acaba de publicarse. Escrito por Ana Aínsa Montes, cuenta la vida de Carlos Sanz. Asistente arbitral de primera división, sufrió cuatro trasplantes de hígado. Es una persona excepcional, vital, generosa y pienso echarle una mano en su titánica tarea.

Ángela Méndez ha escrito un artículo interesante sobre la tipología de los compañeros tóxicos: Los diez compañeros con los que no trabajarías.

“Según un estudio de Fortune sobre las características más valoradas por los empleados, el trabajo en equipo ocupa la primera posición. Sin embargo, ¿quién no ha deseado alguna vez trabajar en solitario? Así se evita a los hipócritas, a los que no renuncian a moverse en mayoría, a los mentirosos o a los siempre felices y capaces de desquiciar al más pintado. Descubra quiénes son. No diga que le han pillado por sorpresa.

¿Qué ha pasado con el individualista? ¿Con el talento que surge en solitario? Jonathan Littman y Marc Hershon defienden en su libro Cómo rebelarse en la empresa la figura del solista, de la persona que encaja sin problemas en un grupo, pero que necesita su espacio, su soledad y un poco de tranquilidad para sacar lo mejor de sí mismo y poder realizar sus tareas e incluso encaminar su carrera.

¿Cuál es uno de los mayores problemas de estos solistas que, en determinados momentos, somos todos? Las interrupciones o frenos a nuestra creatividad y desempeño por parte de compañeros, jefes o clientes. Littman y Hershon han creado su lista de las 10 personas más molestas que te encontrarás en la oficina. Ellos la han llamado “los diez menos buscados”. También avisan de que “a pequeñas dosis, y correctamente alineados con tus objetivos de proyecto, algunos de estos personajes pueden ser provechosos, y no una rémora”. Pero hay que ser sinceros y tener presente que hasta en tu mejor semana puedes encontrarte tú mismo en algunos de estos papeles.

Los 10 menos buscados1. Stop
Son aquellas personas que ven problemas en todo. Se encarga de echar un jarro de agua fría en cada una de tus ambiciones. El hábitat donde más a gusto están es en las reuniones, donde su frase favorita es: “no funcionará”. Con frecuencia son los más duros de roer porque no dejan opción para razonar con ellos.

"A pequeñas dosis, y correctamente alineados con tus objetivos de proyecto, algunos de estos personajes pueden ser provechosos, y no una rémora".

La mejor forma de bregar con ellos es tratar de darle la vuelta a su negatividad. Preguntarles directamente que expliquen cuáles son los puntos que frenan un nuevo proyecto, que describan qué hay que hacer. Ante todo, no te lo tomes como algo personal y procura responder sin acritud: “Y tú, ¿qué nueva idea tienes?”

2. Engañabobos
Los expertos en endosar marrones. Acuden a ti con buenas formas, con mucha palabrería muy estudiada y casi, sin que te des cuenta, han conseguido que aceptes hacer una “tareita de nada” que era suya. Te roban tu tiempo y merman tu productividad.

Una característica de los engañabobos es que eluden dar detalles, por tanto, para ahuyentarlos hay que formúlales preguntas detalladas, pedirles más información. Seguro que su primera reacción es simular ignorancia e intentar minimizar las cosas, pero insistirles suele hacer milagros.

3. Bulldozer
Son como los matones de patio. Enfrentarse a ellos puede ser doloroso y hasta peligroso. Un estudio de la Universidad de Columbia arrojó el resultado de que nueve de cada diez trabajadores sufren tarde o temprano malos tratos por parte de algún jefe, pero también los hay entre los clientes y compañeros.

Como las medidas oficiales llegan tarde o te vas de la empresa o pones en práctica algunas medidas. Entre ellas está dejar constancia de todo por escrito, plantarle cara con reacciones duras pero no incendiarias y acudir con alguna persona de confianza que pueda respaldarte y ser testigo. Conviene tener en cuenta que sólo son eficaces en terreno seguro, algo que les puedes arrebatar y tú eres el adulto frente a su pataleta.

4. Sonrisitas
Son personas que inquietan. Un ejecutivo los describe como “gente super feliz que te desquicia”. Al no ver muy claros sus motivos, te esperas constantemente lo peor. Según los investigadores hay tres tipos de sonrisas: la auténtica, la falsa y la de desprecio. Y en el mundo empresarial abundan muchos las de plástico. Esa mueca desdeñosa con ciertos aires de superioridad es a veces portadora de malas noticias. Por desgracia, no hay estrategias probadas para combatir al sonrisitas. La única satisfacción es dejarle en evidencia con un “¿por qué sonríes? Quizás no te responda, peor a lo mejor le agrietas un poco el barniz.

5. El mentirosillo
Inseguros, desorientados e incapaces de ser sinceros por falta de confianza. El metirosillo quiere caer bien. En una empresa grande es muy difícil pillarlos con las manos en la masa. El motivo principal de que actúen de esta forma es para escaquearse de algún problema o no asumir su parte de responsabilidad. Su frase comodín suele ser: ”Yo ese e-mail nunca lo he recibido”. Así que: guarda copias.

6. El navaja
Es difícil descubrirlos, pueden parecer tus amigos hasta que de pronto hay algo que les hace odiarte y entonces su único objetivo es perjudicarte. Son vengativos e infantiles y pocas veces se les ve venir. Según varios ejecutivos el peor es que, con buena cara, dice “Sí, sí, sí” cuando en realidad piensa todo lo contrario. A veces es posible plegar la navaja, pero sólo plantándoles cara y atando todo muy corto.

7. El minutos
No le subestimes. Es peligroso porque te pilla antes de que te hayas dado cuenta. Es experto en rebanar trozos cada vez más grandes de tu tiempo. Puede ser cualquiera: un compañero, un jefe, un proveedor… Sólo quieren consultar una cosa o contarte el último chascarrillo y tú, con tu gran paciencia, le atiendes, pero los minutos pasan y comienzas a ponerte tenso porque no sabes cómo cortarle sin ser grosero y ofenderle. Recomendación: técnica del frenazo, sé sincero y dile que no tienes tiempo. A veces para evitarlos y que pasen de largo unos buenos auriculares son la mejor herramienta.

8. El sabelonada
Apasionados de la amistad y las relaciones sociales, a estos profesionales los odia todo el mundo. Son esos insufribles compañeros que hablan alto, tienen el cerebro como un cacahuete pero siempre tienen que opinar y creen estar en posesión de la verdad. Según los autores “la plaga de los sabelonadas se ha extendido de modo exponencial con el auge de Internet. La Wikipedia, Google y millones de blogs se han convertido en el arsenal de los desinformados”. Para desinflarlos pregúntales directamente: “¿Eso de qué fuente lo sacas?”

9. El hoja de cálculo
Son los maniáticos del manual que corrompen a todo el mundo con su exagerado sentido de las reglas, a la vez que chupan hasta la última gota de energía y diversión a cualquier iniciativa. Los hay en todos los estratos y en todos los departamentos. Les da pánico las explosiones de ideas descabelladas y en las reuniones de lluvia de ideas anota todo, pero aportan poco.

10. El oveja
Bienvenidos a la amplia mayoría. Los “oveja” son los más exasperantes e irreductibles. Son los doctorados en la facultad de las Ideas Comunes. No se les puede ignorar sin más. No es que sean incapaces de pensar por sí mismos, sencillamente es que no lo hacen porque no quieren. Les resulta más cómodo seguir el sendero marcado y no complicarse la vida.

Su manejo es difícil, por tanto tendrás más oportunidades si tratas con ellos de forma individual. Además, si ganas a una oveja para tu causa, puede que te dé una alegría y atraiga a más”.

Mi agradecimiento hoy a los dos Javieres (Morales y Pardo), a Leonor, a Benito y a los dos Carlos.