Resacón en Comillas

Esta mañana, en una de esas matinales que tanto me gustan, he ido a ver “Primos”, la tercera película de Daniel Sánchez Arévalo (el hijo de José Ramón Sánchez, a quien dedica esta cinta). Tanto “Azuloscurocasinegro” como “Gordos” me encantaron y esta vez, que DSA se introduce en la comedia, se sale.

No sé si Daniel lo hace premeditadamente, pero los tres primos (interpretados por Quim Gutiérrez, Raúl Arévalo y Adrián Lastra) con los símbolos del intelectual, el visceral y el emocional, respectivamente. Diego (Quim) es la duda permanente entre sus dos ex, Martina y Yolanda; Julián (Raúl) es puro impulso, sentido de la justicia y falta de tacto: José Miguel (Adrián) es un hipocondriaco que exhibe permanentemente sus miedos. Paul MacLean, el neuroanatomista evolutivo, descubrió en 1973 que fisiológicamente cada uno de nosotros lleva tres cerebros (reptilíneo, límbico y neocórtex). Gurdjieff, místico de origen armenio de finales del XIX, llamaba a esta trinidad “el carruaje, el caballo y el cochero”. Puro 'coaching' entre primos.

He leído en alguna entrevista al director que quería hacer su propia versión del taquillazo “Resacón en Las Vegas”. En mi humilde opinión, “Primos” es muchísimo mejor. “Resacón en Las Vegas” me pareció, con el mayor de los respetos, una tontada de marca mayor. Me aburrí soberanamente. “Primos”, por el contrario, es deliciosa. Emotiva, entrañable, profundamente humana. Una historia simple (dos primos ayudan a un tercero al que le han dejado colgado en el altar, llevándole a Comillas, Cantabria, donde pasaban los veranos y donde vive su primera novia) y muy poderosa.

Jesús Ruiz Mantilla se refiere precisamente a “Primos” en un artículo hoy en El País: “Más primos como estos, por favor”.

Hay momentos en los que huimos de esta ciudad nuestra en busca de los paraísos perdidos. Dejamos atrás la nube de mierda contaminada que nos aniquila ante la desidia y las culpas cruzadas del alcalde, la presidenta y Gobierno central -discutiendo como niños mientras nosotros nos ahogamos en un zumo tóxico de CO2 - y buscamos aire fresco, mar, playa, montaña.

Uno de esos lugares a los que se piran en masa minoritaria y selecta muchos papardos -veraneantes- madrileños y de otros lares es Comillas (Cantabria). En ese pequeño espacio empotrado entre el mar y los Picos de Europa donde todos los días se toca el cielo uno puede encontrarse a sí mismo entre las señales ocultas que proporcionan la brea, las verbenas, las sardinas, la brisa, los tomates, las vacas y el tacto esponjoso de un sobao.

Hasta allí ha viajado Daniel Sánchez Arévalo para rodar Primos. A buscar eso. Unas raíces, una identidad emocional que clarifique las dudas, el miedo, la fragilidad. Este muchacho que nos tocó muy adentro con los complejos padecimientos cruzados que asolaban a los personajes de Azuloscurocasinegro, la cabeza claustrofóbica del creador que hundía en un pozo de amargura y patetismo a las criaturas de Gordos, ha querido buscar luz entre las sombras y los temores de estos gloriosos y adorables primos.

Cada uno de nosotros los admitiría sin dudarlo en familia. Más primos como estos y menos payasos le hacen falta al cine español. Más madurez y altura en vez de infantilismos y egos con fuego cruzado que nos ahorren el espectáculo de familia mal avenida previo a los Goya de cada año. Porque la única manera, el único remedio, la verdadera salvación -lo apuntaba Isabel Coixet- es lograr historias que arrastren al público buscando, entre otras cosas, diversión e identificación en la complejidad de los sentimientos más universales.

En eso, Sánchez Arévalo es ya un maestro. Un tipo que se conoce y nos conoce. Que se duda, se analiza, se desnuda y nos desnuda. Un ser humano antes que cineasta, antes que artista, que esparce todo su revoltijo interior en pos de las historias que cuenta. Porque al ser consciente de que el arte debe estar plagado de emociones y autenticidades más que de fuegos artificiales y empeño en epatar, logra ese milagro de construir el espejo ante el que todos podemos mirarnos.

Tiene voz propia y la enriquece con referencias poderosas. La comedia es una cosa seria, complicada, nada banal. Sánchez Arévalo lo sabe. Porque es hijo de Lubischt -la primera escena, esa confesión alucinante del portentoso Quim Gutiérrez ante los invitados de boda frustrada, lleva el toque del maestro- y también de Billy Wilder, de Woody Allen, de los hermanos Coen creadores de El gran Lebowski o el James L. Brooks de Mejor...imposible. Copia, bebe y se inspira bien.

Casi todos estos primos son chavales inmaduros -incluso los que pasan de los cuarenta, como el magnífico Antonio de la Torre-, aterrados, que tratan de entenderse para luego poder vivir felices. Casi todas ellas son madres vigilantes, ansiosas pero serenas, con la mirada y el oído atento, pendientes de que les llegue a ellos un destello de clarividencia que les permita acompañarlas con todas sus consecuencias.

Es una película tan fresca y libre como compleja y enmarañada. Se rige por esa única ley que obliga a los seres humanos a buscar la felicidad y cambiar sus circunstancias si es preciso con arreglo a la verdad de sus corazones, de huir y parar en esa fuga cuando es preciso para hallar el secreto que les abra la clave de sus nebulosos futuros.

Toda ella despide humanidad, comprensión hacia el otro, ternura, tacto. Está plagada de diálogos y reacciones inteligentes, desconcertantes e imprevisibles. A la altura de sus personalidades atormentadas, perdidas, desubicadas, exaltadas, hundidas en busca de cabos a los que amarrarse y flotadores que les salven del naufragio.

La lógica y el análisis están en manos de los niños y el miedo, la parálisis con parche, a punto de estallar como una granada en el corazón de los mayores. Todo brota, brilla y conmueve en ella. Primos de esta pasta, de esta calaña nos alegran y nos llegan dentro. Primos así son como hermanos”.

Si esto del cine fuera justo, “Primos” recaudaría (al menos en nuestro país”) mucho más que “Resacón en Las Vegas” –The Hangover-, el “sleeper” (la sorpresa positiva que nadie esperaba) de 2009. Con un presupuesto de 35 M $, recaudó 44 M $ en su primer fin de semana en EE UU y un total de 277 M $ en su país. Y lo que es más curioso: los lectores de IMDB (la base de datos internacional de películas) la dan un 7’9 sobre 10 (FilmAffinity da a "Primos" un 7'1). Eso es defender una peli como hacen los americanos.

Claro que, mucho antes de que se estrenara, los cinéfilos sabíamos del éxito de “Resacón en Las Vegas” en EE UU. Era imposible no ir a verla. Aquí falta marketing, falta estrategia, falta difusión de nuestro cine, falta defensa del talento nacional. Mucho interés por que la película se financie (la labor del productor), no tanto en que la película se vea en los cines (la labor del ¿distribuidor?).

El año pasado se ha producido “el suicidio del cine español”, según Laura Seoane en La Razón. El sector recaudó 69’7 M € (34’3 M € menos que el año anterior, el peor dato desde 2000) y recibió como subvenciones 89’39 M €. 10’7 M de espectadores (el peor dato desde 2006), sobre un total de 99 M de espectadores a las salas (644 M € de recaudación total). Las películas españolas más vistas han sido “Tres metros sobre el cielo” (8’5 M €), “Los ojos de Julia” (6’85 M €), “Que se mueran los feos” (6’69 M €), “Conocerás al hombre de tus sueños” (4’4 M €), “Celda 211” (3’52 M €), “Lope” (3’59 M €) “Biutiful” (2’74 M €), “Entre lobos” (2’68 M €), “Buried” (2’38 M €) y “Tensión sexual no resuelta” (2 M €). Las cinco películas más taquilerras (Avatar, Toy Story 3, Alicia, Eclipse y Origen), han recaudado entre 16’89 M y 52’21 M €. La tasa de piratería (77%) afecta sobre todo al cine de Hollywood.

Falta estrategia, en el séptimo arte y en general en las empresas españolas. Carmen Sánchez-Silva, en El País Negocios, escribe: “Los jefes admiten su falta de estrategia”. Según un estudio de Booz & Co., el 52% de las empresas no piensa que la estrategia de su compañía pueda conducirles al éxito. El 81% reconoce que las iniciativas de crecimiento han sido una pérdida de tiempo. Sin coherencia no hay éxito. “La crisis ha demostrado en los dos últimos años que lo que se decía de que las personas eran el principal activo de las compañías no era cierto. La reducción de costes se ha llevado por delante a los buenos, los malos y los regulares. Lo que ha creado muchas dudas respecto a los directivos y a cualquier estrategia que proponen. La vinculación de los empleados con sus empresas ha caído a unos niveles bajísimos debido a las reducciones por las que han optado el grueso de los directivos. Ha habido unas estrategias muy malas” (Carlos Alemany, Korn/Ferry). El 49% de las empresas no tiene una lista de prioridades estratégicas. Tal como repito frecuentemente, eso de que “las empresas son lo más importante” es una mentira podrida. ·El talento es lo más importante para una compañía. Un comité de dirección (y no la DRH) debe definirlo, atraerlo, potenciarlo, desarrollarlo (“la mejor empresa es la que invierte en desarrollo personal, María Garaña, presidenta de Microsoft Ibérica).

También en El País, Diego Torres escribe sobre “1.000 minutos con Mourinho (y su teatro)”. Incluye “perlas” contra el Madrid, Preciado, Manzano, Pedro León, Villa, Guardiola, el victimismo y sus obligaciones.

En Expansión & Empleo (hoy en El Mundo y ayer en Expansión), Ángela Méndez escribe sobre cómo hacer una entrevista de trabajo, Tino Fernández se pregunta si Pablo Isla iría al Ministerio de Fomento (evidentemente no, por escaso margen de maniobra), Quique Rodríguez trata “La formación que estará de moda” (se refiere a internet) y Montse Mateos a “La estrategia para motivar sigue siendo el variable” (todos aquellos que hemos leído el último libro de Daniel Pink sabemos que la motivación depende de factores intrínsecos y no de la retribución) y a “Jefes influyentes o perversos” (se trata de servir a los intereses colectivos o a los personales). Además, un especial de Quién es Quién en Empleo y RR HH.

En las páginas de Empresa del ABC, se comentan “Cambia el chip” de los hermanos Chip y Dan Heath; “Expertología”, de Andrés Pérez Ortega y “De crisis en crisis” del periodista Salvador Arancibia.

Mis agradecimientos de hoy a Daniel Sánchez Arévalo y su equipo, a los actores (además de los tres primos, Inma Cuesta, un genial Antonio de la Torre –que se sale-. Clara Lago, Nuria Gago, Alicia Rubio y Marcos Ruiz. Me habéis hecho pasar un rato estupendo en un día en el que he estado griposillo.