En Empleo y Directivos de Cinco Días, Paz Álvarez y Alfonso Simón preguntan a una serie de directivos como Laura González Molero (Merck), Antonio Garrigues, Pedro Luis Uriarte, Ignacio Garralda (Mutua Madrileña), Vicente Moreno (Accenture), Emilio Cuatrecasas, Francisco belil (Siemens), Gabriele Burgio (NH) o Sebastián Escarrer (Sol Meliá) qué hay que hacer para superar el drama del paro: flexiseguridad, educación, competitividad, capacidad emprendedora...
Esta tarde, dado que Zoe tenía un cumpleaños, me he dedicado a preparar los temas de la próxima semana (en Barcelona, Madrid, San Sebastián, Navarra, Valencia, Extremadura y Zaragoza). Y me he ido durante algo más de 90 minutos a ver
Bon Appétit, una película que en el último Festival del Cine Español de Málaga obtuvo el premio del jurado, el del mejor guión, el de mejor actor (
Unax Ugalde), mención especial a la actriz
Nora Tsichirner, premio del jurado joven y de la Asociación de Escritores cinematográficos de Andalucía a la mejor película. He podido ver
Bon Appétit, en versión original (inglés, castellano, a veces alemán) subtitulada. Sinopsis: Bon Appétit es una historia de amigos que se besan y se atreven a cruzar esa delgada línea que separa la amistad del amor y que te cambia la vida para siempre. Daniel (Unax Ugalde), un joven y ambicioso chef español, acaba de conseguir su sueño: una plaza en el prestigioso restaurante de
Thomas Wackerle en Zurich. Su extraordinario talento como chef le servirá a Daniel para progresar en la exigente cocina de Wackerle pero no podrá evitar que su relación con Hanna (Nora Tschirner), la atractiva sumiller del restaurante, se transforme en algo más que una simple amistad. Esta inesperada situación sacudirá el ordenado mundo de Daniel, enfrentándole a una difícil decisión: ¿merece la pena arriesgar tu carrera profesional por amor?
“En el amor las cosas vienen como vienen, no se eligen”, ha explicado Unax Ugalde sobre esta película, que me ha parecido de lo mejorcito de la cartelera en estos momentos. Escrita por Paco Costas, Juan Carlos Rubio y el director David Pinillos, la web de la película (
www.bonappetitlapelicula.com) es estupenda.
En el final de la peli, he llorado como un niño al ver que el restaurante que monta el protagonista es en la playa de Laga y que en la escena final Daniel se queda sentado en esa preciosa playa mirando, relajado, fijamente al horizonte, como en aquel momento de
La sensación de fluidez cuando Jesús Bauluz aprende de la importancia de la intuición, del olfato para los negocios. Muy emotivo ver una escena del libro en la cinta.
Víctor A. Gómez había escrito esto durante el Festival de Málaga sobre
Bon Appétit: “Pocas cosas pueden compararse con conmoverse en la oscuridad de una sala de cine. De ahí que cuando eso ocurre hay, necesariamente, que aplaudir. Como hicieron muchos al finalizar el pase matutino de ‘Bon Appetit’, el debut como realizador de David Pinillos y, sin duda, lo mejor visto hasta ahora en la Sección Oficial a Concurso del Festival.
Sinceramente, echando un vistazo a la sinopsis, la cosa no pintaba demasiado bien: amores y desamores entre fogones –una contextualización exasperantemente empleada de unos años a esta parte– en forma de dramedia (drama+comedia). Pero ahí está la sensibilidad de Pinillos, coescritor y director del filme, para dotar al libreto de una humanidad cercana, íntima y, sobre todo, comprensible y entendible: sus personajes, definidos rápida pero certeramente, no son marionetas a manos de un titiritero que gusta del romance pirotécnico, apoyado en trucos y artificios, sino seres que respiran y aman, personas que no cambian –la conclusión de la película es tan real– sino que se cambian, se influyen, se alimentan.
Ayuda decisivamente al empeño de honestidad y decencia cinematográficas del director una magnética pareja protagónica, que interioriza los sentimientos de sus roles para convertirlos en pura verdad: Unax Ugalde y Nora Tschirner, carismáticos, componen unas interpretaciones perfectamente identificables, medidas y al detalle.
‘Bon Appetit’ no descubre absolutamente nada, que quede claro. Pero, en su propio camino, suave, discreto, encuentra emociones y momentos. En tiempos hiperbólicos y formalistas, contemplar esta emocionante y sencilla película es un ejercicio depurativo absolutamente recomendable”.