El poder y la verdad

Matinal de cine este domingo. He ido a ver Caza al espía (Fair Game), dirigida por Doug Liman (El caso Bourne), protagonizada por Naomi Watts y Sean Penn. Cuenta la historia (real) de Valerie Plame, agente de la CIA, y de su marido Joe Wilson, ex embajador en Irak. En 2003, en los inicios de la invasión estadounidense de Irak, Wilson escribió un artículo en The New York Times denunciando las mentiras que justificaron la guerra. La respuesta de la administración de George W. Bush fue dar el nombre de Valerie como agente secreto. La película es interesante (pertenece al género de ‘cine histórico reciente’ como La red social, la cinta sobre la fundación de Facebook; son ejemplos de esta convulsa primera década del siglo XXI). Una historia del poder de la ciudadanía cuando sirve a la verdad contra el abuso del poder.

En El País Semanal, Rocío Ayuso ha publicado el artículo La espía que se pasó a Hollywood, sobre el caso Plame-Wilson. Efectivamente, en julio de 2003 Joe Wilson escribió un artículo de 1.500 palabras, Lo que no encontré en África. Él, último embajador en Bagdad antes de la invasión de Bush (padre) y considerado por éste “un héroe americano”, explicaba que Níger no le había vendido óxido de uranio a Irak (él había estado allí para comprobarlo, por encargo de la CIA) y que por tanto el régimen de Saddam Hussein no tenía armas de destrucción masiva. La reacción de la administración de George W. Bush fue filtrar al columnista Robert Novak la identidad de su esposa como agente de la CIA. Wilson presentó una demanda civil contra el VP Dick Cheney, su jefe de gabinete Lewis Scooter Lobby, el asesor presidencial Kart Rove y el alto cargo de la Casa Blanca Richard Armitage. “Lo que hicieron con Valerie fue una violación de la seguridad nacional que debería ser castigada como traición”, ha dicho Joe Wilson. Se desató una ‘caza de brujas’ contra los Wilson: “Se supone que la prensa debe poner a raya a un gobierno corrupto. Vivimos la muerte del periodismo de investigación, algo que empezó con Woodward y el Watergate y acabó también con él, con su disculpa por no haber hecho más”. Hace tres años, Valerie escribió un libro de memorias (ahora viven en Santa Fe, lejos de Washington, con sus gemelos de 10 años) y la productora Janet Zucker le convenció para llevarla al cine. La investigación judicial dejó a Lobby como único implicado, condenado a 30 meses por perjurio (no por traición), con una multa de 250.000 $. Bush utilizó sus poderes presidenciales para indultarle. Joe Wilson lleva ahora una empresa de construcción y la bella Valérie (rubia, elegante, decidida, con clase) se dedica a escribir novelas de espías. “Tenemos un problema cuando hay más gente que vota en American Idol (Operación Triunfo) que en las elecciones”, declaran en el mencionado artículo. En California, por ejemplo, el 90% cree que su gobierno no funciona.

De vuelta a nuestro realidad más cercana, El País entrevista en portada a Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid y delfín de Mariano Rajoy para las legislativas de 2012. “Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a pagar” (Luis García Berlanga, ¡Bienvenido, mister Marshall!, 1953). No está en su proyecto disminuir las ayudas sociales (¿no lo está haciendo ya en su ciudad?). Ha subido los impuestos “porque estaban bajos”. Duplicó la deuda mientras estuvo en la Comunidad de Madrid y ha triplicado la de la ciudad como alcalde: “Yo no he permanecido indiferente ante una ciudad que carecía de infraestructuras para competir con aquellas ciudades globales europeas”. Y otra perla: “No aceptaría trajes de nadie, cualquier traje me lo compraría yo”. Tiene razón el alcalde: los trajes son poca cosa.

Según el Merco Ciudad que se publica hoy en ABC, el alcalde de la primera ciudad de España es el 54º en valoración. Los diez primeros, los de Ceuta, Cádiz, Bilbao, Lérida, Melilla, Santander, Albacete, Valencia, Torrejón y Dos Hermanas. Los once últimos (71º-81º), los de La Coruña, Santa Coloma, Algeciras, Vigo, Teruel, Alcorcón, Leganés, León, Santa Cruz de Tenerife, Sevilla y Jerez. Las diez mejores ciudades para estudiar: Madrid, Barcelona, Bilbao, Zaragoza, Santander, Salamanca, Granada, San Sebastián, Valladolid y Logroño. Para trabajar: Madrid, Barcelona, Bilbao, Zaragoza, Vitoria, Valencia, Murcia, San Sebastián, Málaga y Palma de Mallorca. Para hacer negocios: Madrid, Barcelona, Bilbao, Zaragoza, Málaga, Vitoria, San Sebastián, Murcia, Valencia y A Coruña. Para vivir: Logroño, Bilbao, Zaragoza, Vitoria, San Sebastián, Santander, Madrid, Albacete, Pamplona y Murcia. Para visitar: Barcelona, Madrid, Granada, Valencia, Palma de Mallorca, Sevilla, Toldedo, Santiago, Salamanca y San Sebastián. Para divertirse: Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Palma de Mallorca, Gijón, Bilbao, Pamplona, Logroño y Santander.

La España del Madrid y del Barça, a dos semanas del ‘clásico’: en Barcelona el 63’5% son culés y el 9’5% merengues; en Madrid, los porcentajes son 7’8% y 57’2%, respectivamente; en el Noroeste, el 25% son del Barça y el 40’9% del Madrid; en el norcentro, el 52’1% del Barça y el 23’7% del Madrid; en el Este, 58’1% y 15’5%; en el centro, el 21’2% culés y el 55’7% merengues; en el este, 58’1% azulgranas y 15’5% blancos; en levante, el 41’3% y el 36’7% respectivamente y en el sur, 26’9% del Barcelona y 45’3% del Madrid. En total, el club merengue aventaja en 1’3 puntos al azulgrana (37%-35’7%).

Homenaje a Berlanga, el mejor director del cine español. Esta semana volveré a ver algunas de sus grandes películas en mis viajes. La ministra de cultura, guionista y directora Ángeles González Sinde, le dedica hoy el artículo Sin vuelta atrás:
“Todas las decisiones de puesta en escena son decisiones morales. Elegir narrar un asesinato, pongamos por caso, con planos cortísimos de la herida infligida y el sonido amplificado de los golpes propinados a la víctima, refleja una posición moral ante el crimen muy distinta del que elige contarlo desde la distancia, por ejemplo, mediante un plano general o del que prefiere centrarse en los ojos angustiados del apuñalado y el sonido indiferente de un partido de fútbol en un transistor. Uno puede condenar o salvar a los personajes según dónde coloque la cámara.
En el caso de Berlanga, esos célebres y complejísimos planos secuencia que apuraban la capacidad de un rollo de negativo, que viene a ser de diez minutos, entrañaban toda una manera de entender el cine y de entender, por lo tanto, la vida. Y es que un director se define tanto por lo que elige contar como por aquello a lo que renuncia. Parece claro que Berlanga fue renunciando gustosamente a aquello que hace del cine el arte con mayor capacidad de manipulación: el montaje. Planificando sus larguísimos y complejos planos secuencia, Berlanga renunciaba al montaje y por lo tanto, a ese seguro de vida que proporciona el margen de eliminación y reordenación posterior de los planos ante la moviola o el 'avid'. En definitiva, es un riesgo, un grandísimo riesgo, porque un plano secuencia no solo consume muchas horas de trabajo en su preparación, horas que no se dedican a cubrirse las espaldas con otras opciones, sino que además no tiene vuelta atrás. No hay quien lo trocee, no se puede reducir ni tampoco ampliar. Es como es. Otra de las célebres renuncias de Berlanga es la música. Es conocida su aversión por las bandas sonoras, una muleta que ayuda a traspasar las emociones al espectador indicándole el camino por el que debe seguir la narración. A mí me parece bien la cautela berlanguiana y, aunque su primera película importante fuera el encargo de un musical, 'Bienvenido Mister Marshall', se trata de un musical en el que utilizó las convenciones del género en contra del propio género y a favor de lo que se proponía demostrar.
Corrupción moral
Me da por pensar que esa voluntad de renuncia a rodar muchos planos de muchos tamaños y edulcorarlos con música, quizá inicialmente obedeciera a razones económicas y a la escasez de medios con los que contaban los directores que debutaron en los años cincuenta. Pero pronto se convirtió en una opción, un rasgo de estilo. Las películas de Berlanga carecen por lo general de protagonistas absolutos y son más bien retratos de grupos. Las mejores son retratos de todos los estratos sociales mostrando lo peor, lo más miserable de sí mismos. Encontrar en esas miserias morales la belleza, alguna belleza, como era capaz de hacer Berlanga con su guionista Azcona, encontrar en la debilidad, en las contradicciones razones para reír y razones para pensar, ayudaron de manera inigualable a que este país se reconciliara consigo mismo tras haber perdido todo en una guerra incivil y fuera encontrando poco a poco razones claras para cambiar las cosas.
La corrupción moral fue uno de sus grandes temas. La dificultad para ser un gran hombre o un gran héroe cuando no se tiene casi nada, la necesidad de huir de esos comportamientos que incitan a la gloria porque acaban llevándonos al desvarío, requerían un tratamiento visual distinto que huyera de los referentes de Hollywood para buscar otras propuestas plásticas que tampoco debían ser ni las del neorrealismo italiano ni las de la 'nouvelle vague'. Los planos secuencia de Berlanga limpian, fijan y dan esplendor al lenguaje cinematográfico, pero son además una reivindicación formal del derecho a no parecerse a nadie mas que a él mismo, costara lo que costara. Ese universo prolijo y a la vez despojado de veleidades en el que todo ocurre simultáneamente y pasamos de lo cercano a lo desconocido sin transiciones, es una descripción ajustada de la visión que de nuestro país, de nosotros y de él mismo, tenía uno de los más grandes maestros que nuestra cultura haya dado nunca”.

“La amargura es una herencia atávica que llevamos todos los españoles. Es muy difícil que un cineasta español haga una película optimista al estilo Frank Capra” (Luis García Berlanga). Rafael Núñez Florencio acaba de publicar el libro El peso del pesimismo. Del 98 al desencanto, un ensayo muy interesante sobre nuestra cultura nacional. Pues necesitamos el optimismo para salir adelante. ¿Qué significa hoy ser inteligente? Como nos explica Punset en su página del XL Semanal, básicamente es cuestión de flexibilidad (capacidad para adaptarnos y cambiar de opinión y de comportamientos) y de representación conceptual (que es lo que nos permite predecir lo que ocurrirá en el futuro).