Mark Zuckerberg arrasa a Gordon Gekko

Vuelo La Coruña-Madrid a las 6.50 de la mañana. He llegado a tiempo a las 8.30 a la Escuela de Negocios CEU en la Carrera de San Francisco para tomar café con Óscar del Moral, buen amigo y uno de los talentos de la casa. A las 9, y hasta las 19 horas, comienza el Programa (equivalente a un MBA Executive, de dos años) para los profesionales de Holcim Services. Desde hoy y hasta el sábado a la hora de comer, tengo el privilegio de trabajar temas de Liderazgo con una veintena de team leaders de Holcim.

En el avión desde Galicia, entre comentarios sobre los nuevos ministros del último gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en esta legislatura, he leído un interesante artículo de Manuel del Pozo: “Mark Zuckenberg destrona a Gordon Gekko”, que es el siguiente:

Mark Zuckerberg no había nacido cuando Gordon Gekko era el rey de los tiburones de Wall Street y empezaba a poner los mimbres de la posterior quiebra del sistema financiero. Ahora, uno es presidente del tercer país más poblado del mundo –Facebook tiene 500 millones de usuarios, sólo superado por China e India– y el otro intenta que no le regulemos y que le dejemos volver a jugar con sus swap, hedge fund y warrant.
Es la nueva economía frente a la vieja, el novato espabilado contra el veterano gruñón, la arrogancia de la juventud versus la soberbia de la madurez. Es Jesse Eisenberg contra Michael Douglas, es Mark Zuckerberg destronando a Gordon Gekko, es Facebook frente a Wall Street.
A La red social le pongo un “Me gusta”, a Wall Street: el dinero nunca muere la borro, sobre todo, porque todavía tengo en la retina al Gordon Gekko de hace 23 años en aquel mundo en guerra donde las armas eran las finanzas, la especulación, el engaño, las subidas de la bolsa y una delincuencia económica legitimada en el sagrado nombre del dinero.
A la segunda entrega de Wall Street le falta tensión y energía, y le sobra el oportunismo de querer sacar partido a la crisis ninja. El colmo es cuando Oliver Stone coge a nuestro malvado e implacable tiburón Michael Douglas y le convierte en un delfín sensible y bonachón. Lo mejor del film son las imágenes de la siempre fascinante Nueva York.
La red social, en cambio, es una película trepidante que cuenta una historia complicada de una manera muy entretenida, y nos dibuja a un Mark Zuckerberg que es héroe y villano al mismo tiempo. En las peripecias del fundador de Facebook, se juntan la amistad, la lealtad, el poder, la envidia, los celos y la venganza. Y es esta venganza –su novia acababa de darle calabazas– la que le lleva, en una noche de borrachera de octubre de 2003, a crear una página en la que incluía una base de datos con las fotografías de las mejores chicas de la Universidad de Harvard para que los alumnos pudieran calificarlas y eligieran a la más atractiva de todas. La página tuvo 22.000 visitas en pocas horas, lo que colapsó el servidor de la Universidad.
Ésta fue, a los 19 años, la primera genialidad de un Mark Zuckerberg que en la película aparece como uno de esos genios con pinta de loco que son incapaces de entender por qué las chicas no se van con ellos y sí, en cambio, con otros tipos menos inteligentes. “No eres un capullo, pero te esfuerzas mucho en parecerlo”, le dice una abogada a Zuckerberg en un momento de la película.
El director David Fincher (Seven y El curioso caso de Benjamín Button) y el afamado guionista Aaron Sorkin (Algunos hombres buenos y El ala oeste de la Casa Blanca) reconstruyen de forma magistral el fenómeno social más revolucionario del siglo XXI, que ya cuenta con 500 millones de usuarios (cada día se unen 700.000 nuevos miembros al club Zuckerberg) y que cuando salga a bolsa puede llegar a valer 2.500 millones de dólares.
Este año, Facebook prevé alcanzar unos ingresos de mil millones de dólares, aunque se trata de cifras estimadas, ya que la empresa es muy poco transparente, en línea con la extravagante personalidad de su fundador, que a sus 26 años se ha convertido en el multimillonario más joven de la historia.
A Zuckerberg no le ha gustado nada que la película refleje cómo copió los códigos de la red social ConnectU en la que él trabajaba, y cómo fue capaz de traicionar a Eduardo Saverin, su único amigo y la persona que financió con dos mil dólares el nacimiento de Facebook. Zuckerberg tuvo que pagar 100 millones de dólares a Saverin y otros 25 millones a los hermanos Wynklevoss (propietarios de ConnectU) para cerrar de forma amistosa las demandas que le habían presentado.
Aunque el fundador de Facebook dice que todos son invenciones cinematográficas, la película está teniendo un éxito espectacular y se ha colocado en primera línea en la carrera hacia los Oscar. Gordon Gekko (Michael Douglas) ya consiguió su estatuilla en 1988, ahora es el momento de Mark Zuckerberg y de sus 500 millones de amigos”.

He tenido la suerte de ver La red social en el cine tres veces en los últimos cuatro días (y de moderar debates con directivos de Tuenti, Microsoft, ex Google, Banesto, APD, AEDIPE, directores de RR HH y profesores universitarios expertos en redes sociales) y es una película excelente que gana cada vez que la ves, minuciosa como sólo el cine de David Fincher lo es (basta comprobarlo en Seven o Zodiac). Por ejemplo, Mark lleva sudaderas del “Phillip Exeter”, el instituto al que fue antes de ingresar en Harvard en 2003 o se menciona que en Harvard hay 19 Premios Nóbel, 14 Premios Pulitzer, dos futuros atletas olímpicos (se refiere a los gemelos Winklevoss) y una estrella del cine (“¿Quién es?”, le pregunta uno; “¿Es que acaso importa?” Se refiere, aunque no se diga en la peli, es Natalie Portman, que estuvo en Harvard de 1999 a 2003 y que ayudó a Aaron Sorkin a ambientar cómo es esa universidad).

Por cierto, Cameron y Tyler Winklevoss, hijos de un caballero de posibles, miembros de un selecto “final club” de Harvard y con todos los recursos a su alcance en la mejor universidad del mundo, quedaron sextos en los Juegos de Pekín. En K-2 500 m masculino, nuestros compatriotas Carlos Pérez Rial y Saúl Craviotto ganaron el oro. Así es el talento.

Mi agradecimiento de hoy es para Óscar, Roberto, Diego y los 20 profesionales de Holcim Services.