Las fallas y los fallos

AVE de las 6.30 de la mañana a Sevilla, donde estaré trabajando hasta el sábado por la mañana (día del padre incluido). Ver amanecer en La Mancha es una auténtica maravilla. En la capital hispalense me ha recogido Fran Perea (no precisamente el cantante y actor) y nos hemos ido directamente a trabajar en una jornada de Desarrollo del Liderazgo.

En el coaching de ayer por la mañana, mi pupilo me expresaba sus deseos de vivir en Valencia, donde había pasado algunos de los mejores momentos de su vida. Estos días son para estar en Valencia, disfrutando de una de las celebraciones más maravillosas del planeta, pura civilización, como son las fallas. De estudiante universitario, con mis compañeros y amigos de AIESEC, tuve la ocasión de disfrutar de las fallas durante varios años. Mis recuerdos son imborrables. Estos días, muchos amigos, como Miguel Ángel y Ana, están por allí.

Mi homenaje a dos valencianos ilustres. Uno, recientemente fallecido, José Vidal-Beneyto (Pepín, para sus amigos). Nació en Carcaixent el 26 de junio de 1927. Sociólogo, políglota (dominaba seis idiomas), fértil pensador, fundador y articulista de El País desde 1975. “Escribía para lograr que la humanidad se anticipara, que no hubiera fatalismos”, ha dicho de él su buen amigo Federico Mayor Zaragoza. Ojalá podamos tener su espíritu de lucha, su amor a la democracia, su capacidad para reflexionar sobre lo que nos pasa. Siempre quedrá en nuestra memoria.

El otro valenciano al que quiero rendir homenaje desde la profunda admiración es Vicente Todolí (Palmera, 1958), que hace tres días presentó su dimisión como Director de la Tate Modern de Londres (más de cinco millones de visitantes al año). Llevaba siete años liderando este proyecto artístico y considera que “el ciclo ha llegado a su fin”. Para Vicente Todolí, “lo más interesante es el proceso de búsqueda, a la vez de aprendizaje y de creación”. La ampliación de la Tate para 2012 no es para él. “Los museos que entran en ampliaciones tienden a olvidar el aquí y el ahora, a concentrarse exclusivamente en el edificio, con lo cual sus contenidos se resienten. El edificio es el continente y a mí me interesa el contenido, la actividad”. Se toma un descanso activo, como su amigo Ferran Adrià. Qué gran lección de ambos.

Para un servidor, Valencia tiene una banda sonora, que es la canción Dentro de ti, de Revólver. Un homenaje de Carlos Goñi a una ciudad que le ha dado mucho.
La letra dice:

No diré que fue un infierno,
pero tampoco fue tierno,
conseguir un poco de aire y respirar.
A pesar de que invierno
la humedad rompe los huesos,
y en verano el sol te juzga sin piedad.
Aun así te odio y quiero.
Amo el azul de tu cielo,
aunque a veces no demuestre su color.
Y yo que llevo escrito en la cara
mil guerras y una ganada
que es estar dentro de ti.
Daré bien empleado
el largo paso de años,
mientras siga respirando el despertar.
De tus ojos que a la luz del día
me tiran de la cama sin piedad.
Aun así te odio y quiero.
Amo el azul de tu cielo,
aunque a veces no demuestre su color.
Y yo que llevo escrito en la cara
mil guerras y una ganada
que es estar dentro de ti.
Y los coches y la gente y la lluvia en el cristal,
saben bien lo que es vivir en ti ciudad.
Avenidas de gigantes
calles desnudas sin luz
el amor de una y mil vidas eres tú.
Y yo que llevo escrito en la cara
mil guerras y una ganada
que es estar dentro de ti.

Os aconsejo la versión de Revólver con Soledad Giménez en Youtube:
http://www.youtube.com/watch?v=gyf599cJ0BE&feature=related

Las fallas, los fallos. Como dice algún amigo mío, tan grave o más que los más de cuatro millones de desempleados, es la destrucción de empresas. Según recoge Cristina Delgado hoy en Vida & artes de El País, en España la tasa de actividad emprendedora (porcentaje de la población activa embarcado en un proyecto empresarial con menos de tres años y medio de vida) es del 5’15. Hace un año era del 7%. Más del 50% de los españoles declara que nunca abriría una tienda o un negocio por temor a darse un batacazo. Los empresarios que cierran su negocio son estigmatizados (por la sociedad, por las entidades financieras, por los medios). Sólo el 2% de las empresas que entran en concurso de acreedores (la antigua suspensión de pagos) sobrevive. El 64’2% de los que “fracasron” una vez no piensa volver a intentarlo. Sólo un 14% un año después vuelve a generar una iniciativa empresarial. Los motivos de esta falta de “reemprendizaje” son la falta de financiación (50’7%), la crisis (el 30%) y los impuestos (el 27’4%). Mi amigo Fernando Trías de Bes (autor de El libro negro del emprendedor) declara en ese artículo que en EEUU de media cada emprendedor tiene 3’75 fracasos antes de conseguir el éxito.

Necesitamos convertirnos en una cultura que distinga el error del fracaso. Un fracaso es un error del que no se aprende. Ya sabes, “unas veces se gana y otras se aprende” (Fernando Riaño). Como nos recordaba el pasado martes en el XVIII Foro del Club de Excelencia en Gestión el maestro Santiago Álvarez de Mon, la derrota, cuando uno se ha vaciado por entero, nos debe animar a continuar en la lucha.

Emprender es libertad, es reto, es pasión, es auténtico amor a lo que haces… Como dice Revólver en otra de sus canciones: “Y es que no hay droga más dura/ que el amor sin medida”.