Vuelta de A Coruña a Madrid. Leo en El País que Callejeros (“el espacio de reportajes de Cuatro”) cumple 200 emisiones en 50 meses, 1.500 días. Es el tipo de programa que le hubiera bastado concebir a Paolo Vasile (Telecinco): muy barato y supuestamente cercano, real, social. Frases míticas de Callejeros (según Isabel Gallo, de El País): “Yo soy un vanidoso porque visto de Gucci” o “Alcalde, dame una casa”. “La gente necesita que se le escuche, y Callejeros escucha”, dice Gema Carrasco, directora de programas de actualidad de Cuatro.
No he visto entero ni uno solo de esos 200 programas, ni los sucedáneos, en otras cadenas, de este “periodismo de investigación”. Prefiero admirar y aprender de entrenadores como Lillo (ahora en el Almería: “Messi y Cristiano juegan a hacer jugadas; Iniesta juega al fútbol”) o Guardiola, a líderes como Mandela u Obama. El Callejeros de la Moraleja (una contradicción, evidentemente), el más visto del año, fue seguido por 2’5 millones de espectadores (14% de cuota). El partido de La Roja de antes de ayer en Francia, por más de 9 millones (40% de share). ¿Aprendemos de alguien que merece la pena, con fundamento, o nos entretenemos con abstracciones y generalidades de nuestros vecinos? No hay color entre la sana admiración de la que se aprende y este revolucionario culto a lo mundano.
La lectura de hoy es Todo va a cambiar, de Enrique Dans, profesor de la IE Business School desde 1990. Hablando de profesionales admirables, en la tecnología mi podio particular está compuesto por Enrique Dans, Alfons Cornella y José Cabrera, de igual forma que en el de management están (por orden alfabético) Santiago Álvarez de Mon, José Manuel Casado y Douglas McEncroe. Cuando Enrique Dans habla, hay que escuchar con enorme atención.
En la introducción, el autor nos habla de su primer ordenador, allá por 1986. Un Elbe con capacidad de 10 megas (“aunque teclee toda mi vida, voy a ser completamente incapaz de llenar tanta información”). Qué ilusos éramos. Y honra como homenaje a José Mario Álvarez de Novales (compañero de doctorado en la UAM, excelente persona y gran profesional) y Roger Domingo, el editor de Planeta. Da gusto compartir la admiración por tan buena gente.
Todo va a cambiar es la Biblia del poder de la red en 2010. Imprescindible su lectura. Incluye dos casos de Escuela de Negocios (Microsoft, Google) relatados con toda clase de detalles, polemiza con criterio sobre los derechos digitales (“la falacia de la propiedad exclusiva”), muestra las evidencias del cambio (“la velocidad con la que transcurren las cosas se ha incrementado hasta niveles próximos a la histeria”), documenta la irrupción de lo gratis (la Enciclopedia Británica cuesta entre 1.500 y 2.000 dólares; Encarta, 60; Wikipedia es gratis: “la tecnología genera sistemas más eficientes, y aniquila a los que no son capaces de adaptarse a esas ganancias de eficiencia”), nos habla de la disrupción tecnológica (“la pregunta no es si lo va a sufrir o va a dejar de hacerlo; la pregunta es, simplemente, cuándo”), nos plantea la evolución de la comunicación con Internet, la neutralidad de la red (Obama es un gran ejemplo), la generación perdida y la nueva (“ser” frente a “estar”, un nuevo humanismo), la evolución Amazon – eBay – Google – redes sociales – Facebook - Youtube, el paso del ordenador al “Cloe computing”, la sociedad hiperconectada, que participa y se vincula en comunidades. Es, como dice ED, La ley de Pringles: “Cuando hay un pop, ya no hay stop”.
Gran libro. Cómo me alegro de que lo haya escrito un compatriota (aunque formado en UCLA) y no uno del Sillicon Valley. Como bien concluye, no es que “todo vaya a cambiar”; es que en realidad, ya ha cambiado.
Podemos estar aturdidos por el presente, a lo Callejeros, o anticipando el futuro, como hace Enrique Dans. La elección es nuestra.