Uno de estos días, tras haberlo comprado en Sevilla, me he leído La escafandra del optimista, de Allan Percy. Subtitulado Un kit de supervivencia para tiempos difíciles, es una obra en edición de bolsillo de unas 150 páginas que se compone de cinco “instrumentos”: Doce ejercicios rápidos para “engrasar los resortes del optimismo”, lecciones de los grandes maestros sobre la buena vida, un cambio de perspectiva hacia lo positivo en los pensamientos, doce biografías de optimistas y tres “amigos del optimismo” (la cocina energética, las endorfinas y las hierbas de San Juan).
Para muchos de nosotros, siguiendo a Martin Seligman, el optimismo es un estilo explicativo de la realidad. “Dejemos el pesimismo para tiempos mejores”, nos ha enseñado José Antonio Marina. En la introducción de este libro, Allan Percy cita a William Shakespeare: “Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de una espada”. Para el autor, “los optimistas poseen (poseemos) un blindaje especial que los/nos protege de las dificultades”.
Los 12 ejercicios -que llama “Fast (Good) Mood- para fomentar el optimismo son: enderezar la postura (incide en el estado de ánimo), modular la voz (tono alegre y entusiasta, sonreir), centrarse en la solución y no en el problema, siempre positivo (como dirían los cubanos, “todo lo que sucede, conviene”), rodearse el amigos, practicar la gratitud, aprender algo nuevo, marcarse pequeñas metas, vivir sin endeudarse, volver a la naturaleza (paseo diario), destacar lo bueno y revitalizar lo malo, no analizar, entrenar el optimismo (sentirse capaz, celebrar avances).
De las “10 lecciones maestras”, me quedo con ¿Qué es haber triunfado?, de Ralph Waldo Emerson:
Reír mucho y a menudo;
merecer el respeto de la gente inteligente
y el afecto de los niños;
ganarte la aprobación de los críticos honestos
y soportar la traición de los falsos amigos;
apreciar la belleza;
encontrar lo mejor de los otros;
darte a los demás;
dejar el mundo un poco mejor de lo que has encontrado;
sea con un niño sano, con un jardín o con una mejora social;
haber jugado y reído con entusiasmo
y haber cantado con pasión;
saber que alguna vida ha respirado mejor
porque tú has vivido,
eso es haber triunfado.
Positivar lo negativo es utilizar un lenguaje diferente (por ejemplo, en lugar de “he fracasado”, “estoy aprendiendo”). Las doce historias de optimistas son las de Cristóbal Colón (“ningún sueño está tan lejos que no merezca la pena perseguirlo”), Thomas Alva Edison (“cada fracaso es un peldaño menos hacia la cima del éxito”), Mahatma Gandhi (“No hay límites cuando sabemos qué debemos hacer y estamos dispuestos a dar lo mejor de nosotros”), Ernst Shackelton (“Por muy difíciles que se pongan las cosas, quien atesore el combustible de la esperanza puede llegar a buen puerto”), Hellen Keller (“En lo más profundo de nosotros están las herramientas para crecer más allá de nuestros límites”), los astronautas del Apollo XIII (“Nunca abandones: cuando todo parece perdido, todavía queda una oportunidad”), el fundador de IKEA (“”Si apuestas por una idea propia y mantienes tu propio rumbo, lograrás sortear las dificultades”), Richard Branson (“Todo es posible si crees que es posible”), Steve Jobs (“La vida es una aventura en la que cada uno decide su grado de implicación”), el creador de Amazon (“Las cosas no siempre salen a la primera, pero el primero en sembrar recogerá antes el fruto”), J.K. Rowling (“Todos los sueños parecen imposibles hasta que se hacen realidad”), Barack Obama (“Si no renuncias a imaginar y proponer una vida mejor, tendrás la vida que mereces”).
Los tres amigos del optimismo son, para Allan Percy, la cocina biológica (verdura, fruta, pescado), las endorfinas (pasear por la playa, hacer el amor, comer chocolate) y el hipérico (la hierba de San Juan, impulsor natural del optimismo). Finalmente, Allan nos regala “100 comprimidos de vitamina O”, cien frases, desde la de Churchill: “Un pesimista ve la dificultad en toda oportunidad, un optimista, la oportunidad en cada dificultad” hasta las de Katharine Graham (“Amar lo que haces y sentir que importa, ¿qué puede haber más divertido?”), Francisco de Asís (“Empieza por hacer lo necesario; a continuación, haz lo que es posible, y de repente estarás haciendo lo imposible.”), Henry David Thoreau (“Viaja con confianza en la dirección detus sueños. ¡Vive la vida que has imaginado!”), Sarah Benny (“las cosas positivas suceden a la gente positiva”), Rudolph Giuliani (“Los líderes tienen que ser optimistas. Su visión más allá del presente”), Oprah Winfrey (“Sé agradecido con los que tienes y acabarás teniendo más. Si te concentras en lo que no tienes, nunca tendrás suficiente”), Malcolm X (“Si no defiendes algo, te rendirás por cualquier cosa”), de nuevo Sir Winston Churchill (“Si te encuentras en el infierno, sigue caminando hacia delante”), Tom Bodett (“¿La diferencia entre un pesimista y un optimista? Un optimista se ríe para olvidar, un pesimista se ha olvidado de reir”), Zig Ziglar (“Si juntas esperanza, amor y fe, puedes educar a niños positivos en un mundo negativo”), Mihalyi Csikszentmihalyi (“Incluso en las circunstancias más horribles hay gante capaz de encontrar oportunidades para hacer lo que saben hacer”), Jane Fonda (“Nunca es demasiado tarde. Nunca es demasiado tarde para empezar. Nunca es demasiado tarde para ser feliz”), Jostein Gaardner (“En el fondo, todos los pesimistas son unos holgazanes”) y Paulo Coelho (“Cuando una persona desea algo con todas sus fuerzas, el Universo entero conspira para que lo consiga”).
Un libro muy inspirador, que viene muy bien para renovar (y redoblar) nuestro Optimismo. Esta semana me han acompañado en los viajes (al País Vasco, a Andalucía) y en el trabajo frente al ordenador dos CDS: la banda sonora de Invictus (con canciones preciosas, como “9.000 days”, Siyalinda –la espera-, Shosholoza o Soléela –perdón-) y The Pursuit, de Jaime Cullum, con temas como “I’m all over it”, “Love aint’t gonna let you down, Don’t stop the music” y una persona versión de “One of these days” (la mítica canción interpretada por Ella Fitzgerald, Frank Sinatra o Diana Krall):
It was just one of those things
Just one of those crazy flings
One of those bells that now and then rings
It was one of those things
It was just one of those nights
Just one of those fabulous flights
A trip to the moon on gossamer wings
It was one of those things
If we'd thought a bit about the end of it
When we started jumpin' town
We'd have been aware that our love affair
Was too hot not to cool down
So good-bye, dear, good-bye and amen
Here's hopin' we'll meet now and then
It was great fun
But it was just one of those things
It was just, just, just, just
It turned out to be one of those grabbin' nights
Just one of those fabulous flights
A trip to the moon on gossamer wings
Yeah--ahh,If we'd thought a bit 'bout the end of it
When we started to bust up the town
We'd have been aware that this love affair
Was too hot not to cool down
So good-bye, good-bye, good-bye, Ta-ta, so long
and you might even add "Amen"
Here's hopin' we'll do it again
It was great fun
But it was just one of those things