Virtudes del Liderazgo

José Medina, Presidente de Odgers Berndtson Iberia, es uno de los expertos más prolíficos en nuestra prensa. Este fin de semana ha publicado en las páginas de opinión de Expansión El liderazgo mediocre, un análisis del estilo del Presidente del Gobierno de España y del líder de la oposición que da mucho que pensar y que quiero transcribir íntegramente.

“¿Dónde se fueron los líderes, como diría la canción? ¿Dónde marcharon el inolvidable e infortunado Suárez, el europeísta y desaprovechado González, el duro y controvertido Aznar?
El actual escenario político español, con gobierno, oposición y resto de partidos como actores, nos invita a una reflexión sobre el liderazgo que no está a la altura de las circunstancias ni del puesto. Tanto en el mundo de las organizaciones como en el de la política podríamos denominarlo liderazgo mediocre. Éstas son algunas de sus características:
1. Errores ajenos más que capacidades y logros propios. Además de por sus propios méritos, el líder del Gobierno y el de la Oposición alcanzaron el puesto también por incompetencias ajenas y designaciones a dedo. Ambos hacen verdadera esa frase irónica de que en política, las elecciones no se ganan: se pierden. Algo parecido ocurre en las organizaciones, donde un liderazgo mediocre brota por designación unilateral o por vacío de poder y ausencia de mejores opciones.
2. Discrepancia entre palabras y hechos: dudosa credibilidad. En el poder, la disciplina de voto cierra filas y parece hacer milagros. En la oposición, surgen políticas a niveles medios cuando el capitán de la nave vacila. Parte de la tripulación se amotina y los peones se transforman en caballos, alfiles y reinas. Ambos líderes necesitan generar credibilidad, esperanza, confianza y resultados, que no se logran sólo con palabras. En vez de manejar y gestionar los eventos, parecen ser éstos los que les manejan a ellos.
3. Posturas ambiguas y frases convencionales ante situaciones que exigen respuestas claras y concretas. Está relacionado con lo anterior. Ante sus dilemas o conflictos entre pensamiento y acción, entre toma de decisiones, aceptación y puesta en marcha de las mismas, el líder incapaz no puede evitar transmitir mensajes de ambigüedad y ambivalencia al intentar llevar adelante su cometido.
4. Hiperactividad compulsiva. El líder que no está a la altura tiende a abordar muchos proyectos y/o abrir muchos frentes de ataque. En nuestro escenario político, el síndrome brilla con propio esplendor. En el mundo organizativo, este tipo de líder salta también de un objetivo o proyecto a otro, sin acabar de rematar ninguno. En ambos escenarios, inconscientemente, el líder se mantiene en continuo movimiento, para no ser blanco fácilmente alcanzable y posible pieza de caza.
5. Cambios inconscientes de estilo de liderazgo. El líder salta de un aparente estilo participativo a uno autoritario y viceversa, sin mostrar un patrón de comportamiento consistente, generando así inseguridad y falta de confianza entre los subordinados. A la disciplina de voto en política responde el "ordeno y mando" organizativo. Una cosa son los partidos de la democracia y otra la democracia de los partidos. Las idas y venidas entre liderazgo participativo y autoritario generan un tercer estilo difuminado entre "duro", "blando" y laissez faire.
6. Improvisaciones o gestión reactiva de la crisis. Externamente se manifiesta en decisiones deficientes (precipitadas, demoradas o tardías) tanto en el gobierno como en la oposición, La falta de proactividad, de estrategia templada y hasta de criterio, da lugar, en un extremo, a improvisaciones "creativas" y, en el otro, a la parálisis por el análisis. Ambas son formas inconscientes de evadir "hincar los codos" y tomar decisiones trabajadas y maduradas. Son indicadores de baja motivación de logro y de liderazgo mediocre, que oscila entre estos dos extremos.
7. Gestión mediocre del talento. Tanto en organizaciones como en política se cumple la ley de que "los números 1 se rodean de números 1, y los números 2, de números 3 y 4". El líder mediocre se rodea de profesionales mediocres, generando bolsas de mediocridad. Practica un darwinismo selectivo que elimina o invita a marchar a los mejores, pues constituyen potenciales amenazas.
A pesar de todo, hay vida y esperanza detrás del liderazgo mediocre. En las organizaciones, sobre todo, porque acaba siendo sustituido por un líder competente, capaz de llevar la empresa a buen puerto y resultados. Igualmente en política.
Hay algunas cosas en las que los humanos apenas cambiamos. El paso de mediocre a competente es raro, si no imposible. En la vida, en las organizaciones y en la política se suele cumplir un principio básico: el pasado es un predictor del futuro.”

Siguiendo estas tesis sobre el liderazgo (que comparto plenamente), a nuestros responsables políticos y empresariales hemos de pedirles siete cualidades, siete “virtudes”: Talento (capacidad por compromiso), Credibilidad (que sus hechos sean coherentes con sus palabras), Asertividad (decir lo que es necesario, no lo que queda bien), Sensatez en la actividad (no ir de una cosa a otra como pollo sin cabeza), Coherencia (liderazgo versátil pero no inconsistente), Estrategia (no reaccionar sino preaccionar) y adecuada Gestión del Talento (incorporar a los mejores, no a los mediocres obedientes). Siete virtudes sobre los que edificar el Liderazgo, a partir de la Valentía, la Serenidad, el Optimismo, la Orientación a los demás y la Comunicación. Porque la mediocridad es un sucedáneo; no es auténtico Liderazgo.

He leído estos días Discursos para la Libertad. Momentos que forjaron la civilización occidental, de Esperanza Aguirre. Un libro muy interesante, que recoge 18 de los más importantes discursos de nuestra historia: la oración fúnebre de Pericles, la Apología de Sócrates, la Primera Catilinaria de Cicerón, San Pablo en el Areópago, la Carta de las dos espadas del Papa Gelasio, la Carta Magna de Juan sin Tierra, el Discurso a los electores de Brístol y el Discurso sobre la India de Edmund Burke, Dame la libertad o dame la muerte de Patrick Henry, el Primer discurso inaugural de Thomas Jefferson, Sobre la cuestión del derecho al trabajo de Alexis de Tocqueville, Sangre, trabajo duro, lágrimas y sudor y Esta victoria es vuestra de Sir Winston Churchill, el Llamamiento del 18 de junio del General De Gaulle, Tengo un sueño de Martin Luther King, Tiempo para elegir y el Discurso en la Puerta de Brandemburgo de Ronald Reagan, Un mundo dividido de Aleksandr Solzhenitsyn, el Discurso en Brighton y al Colegio de Europa de Margaret Thatcher, ¡Pueblo, habéis recuperado vuestro gobierno! de Vaclav Havel y el Discurso en el Memorial del Holocausto de Israel, de Juan Pablo II. 18 magníficos ejemplos de Liderazgo (un servidor habría incluido a Lincoln, Kennedy o Mandela). 19, en realidad, porque el libro comienza con la memorable cita de El Quijote: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que los hombres dieron a los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar; por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida”. Es lo que Don Alonso Quijano aconseja a su buen Sancho Panza después de que éste fuera gobernador de la Ínsula Barataria.

Para el 2010 y venideros, te recomiendo que pases el “Test de Liderazgo” a políticos, empresarios y directivos: cuánto puntúan (entre 1 y 10) en Talento (¿Tiene capacidad y compromiso?), Credibilidad (¿practica lo que predica?), Asertividad (¿dice lo que debe hacerse, aunque no sea "políticamente correcto"?), Sensatez en la actividad (¿su agenda está en las prioridades?), Coherencia (¿mantiene un estilo con sentido?), Estrategia (¿dispone de un plan integral?) y Gestión del talento (¿cuenta con los mejores?). Una vez dividida la puntuación total entre siete, si no obtienen un notable o un sobresaliente, cambiemos de líderes. No están los tiempos como para que nos gobiernen los mediocres.