La ley de Gresham

Mientras escribo estas líneas, puedo contemplar las torres de la Catedral de Santiago desde la octava planta del Hotel Hesperia Peregrino donde me alojo. Ha sido un precioso día en Galicia. Amaneció en Vigo, donde tenía una sesión de coaching estratégico. Después me recogió José Antonio González Conde, consultor de Desarrollo Directivo de IDEO (nuestra empresa hermana en el Noroeste de España), un profesional muy reflexivo y con enormes ganas de aprender y desarrollarse, y juntos fuimos a Santiago de Compostela. Aquí hemos comido en A Barrola, en la rúa do Franco 29, en plena zona monumental, junto a la plaza del Obradoiro. Hemos compartido un pulpo y unas almejas que son probablemente las mejores que he tomado en mi vida. Después, un servidor se ha tomado una merluza de pincho a la gallega verdaderamente exquisita. Con todo, lo mejor ha sido el trato del dueño del establecimiento: pura "Clase creativa" de un emprendedor que practica el servicio al cliente como un maestro.

Esta tarde-noche he podido leerme El lado oscuro de la economía, del Dr. Juan Tugores, catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona, institución de la que ha sido Decano de la Facultad de Económicas y Rector. El libro es un tratado absolutamente actualizado sobre la ciencia económica.Subtitulado Lo que no quieren que sepas sobre la crisis, en realidad es un compendio muy didáctico sobre los dilemas a los que nos enfrentamos desde el punto de vista económico: prosperidad y crecimiento, el papel del mercado y de los gobiernos, la macroeconomía y lo que el profesor Tugores llama “la microciudadanía”, la utilidad y los riesgos del dinero… Una obra de algo más de 200 páginas en la que el lector puede ponerse al día sobre lo que está pasando en esta crisis (que preludia un “cambio de época”) y entenderlo muy bien.

El lado oscuro de la economía nos habla, entre otras muchas cosas, de la ley de Gresham. En un apartado que titula ¿Darwin o Gresham?, el doctor Tugores escribe lo siguiente: “Un rasgo común a algunos de los ejemplos que comentamos en eesta sección lo encontramos en cómo se altera profundamente la idea de que los mercados, gracias a sus dinámicas de competencia, tienen los efectos darwinistas de hacer triunfar a los mejores o más aptos. Por el contrario, esos mecanismos conducen a que los planteamientos más prudentes y sólidos a largo plazo pueden quedar abandonados a favor de propuestas más arrogantes y cortas de miras pero presentadas como agresivamente rentables… a corto plazo para algunos. Hace siglos que conocemos la ley de Gresham, según la cual si circulan monedas de bajo contenido metálico y otras con mayor cantidad de metal precioso, la gente atesorará estas últimas, de modo que, finalmente, sólo circulará la de baja calidad. “La moneda mala expulsa a la buena” es la descripción clásica de la ley de Gresham. Algo parecido ha sucedido en los despachos de muchas entidades en los últimos tiempos cuando se han gestionado insensatamente la información y los riesgos: las decisiones malas han expulsado a las buenas.” Brillante.
He pensado en el Talento (que, al fin y al cabo, es una moneda, con valor real -lo que uno sabe, quiere y puede hacer- y un valor facial -en el mercado-). ¿Cómo es posible, no sólo que en nuestro país se superen los 4 millones de desempleados, sino que el paro juvenil supere el 40%, que significa en la práctica una generación perdida? Básicamente, porque tenemos un mercado laboral dual (unos cuantos, millones de personas, con un empleo fijo independientemente de su desempeño y de su productividad, con antigüedad remunerada, con mecanismos que encarecen al máximo prescindir de ellos y, simultáneamente, la mayor tasa de temporalidad de Europa, especialmente en mujeres y jóvenes, muchos de ellos con una enorme capacidad y potencial de compromiso). Sí, la moneda mala expulsa a la buena. Gresham triunfa sobre Darwin (la supervivencia del más apto).

Afortunadamente, hay una solución, si tenemos la valentía de ponerla en marcha. Implantar la meritocracia en las organizaciones. De hecho, sólo sobrevivirán las organizaciones meritocráticas (públicas y privadas). Pero de eso hablaré mañana en la presentación de AECOP Galicia aquí en Santiago de Compostela, en la ciudad con más energía del mundo, al final del Camino.
Las torres de la Catedral me recuerdan que siempre hay un destino para quien sabe a dónde va.