Tu lugar en el mundo

Vuelo de vuelta Lanzarote – Madrid, perfectamente puntual. La semana entrante toca ir al norte, a Santander, a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo a participar en el curso de verano Crisis y Creatividad.

Ayer me di por la mañana un masaje facial de media hora. La sauna-masaje del Gran Meliá es excelente: el tándem formado por María y Miguel es de la mayor calidad. Un servidor ha tenido la fortuna de darse masajes en distintas partes del mundo, como Bali, Johannesburgo, Cancún, Santo Domingo y Punta Cana, Boston, Lima, Shanghai o Beijing (es algo que me encanta), y no me cabe duda de que éste de Costa Teguise, Lanzarote, es uno de los mejores que he probado. En estas semanas, además del facial de ayer de una hora, me he dado tres corporales y una análisis nutricional que me ha revelado cosas muy interesantes y que ya está cambiando mis hábitos alimenticios.

María es francesa y lleva en Lanzarote 21 años. Había vivido en distintos puntos del país vecino (París, Marsella, Poitiers…) y tras un desengaño amoroso trabajando de recepcionista en un hotel de la capital gala, unos amigos le propusieron ir al sur de España (un país que no había visitado). En Cádiz, sus amigos regresaron a Francia y ella decidió coger un barco a las Islas Canarias. La última parada era Lanzarote. No sabe por qué tomó esa decisión, pero ella considera que es “su lugar en el mundo”. Allí vive feliz, con su pareja, sus gatitos, un trabajo que le encanta (y en el que está muy reconocida) y sus baños los domingos en la zona de Famara, que es preciosa. Vive la vida con plentitud.

Todos deberíamos encontrar nuestro lugar en el mundo. Mi amigo Richard Florida, el padre del concepto de Clase Creativa, explica en su último libro Who’s your city? (traducido al castellano como Ciudades creativas) que cada ciudad se ajusta a nosotros o no según las variables de nuestra personalidad, y las del propio entorno urbano (sí, las ciudades tienen personalidad propia). En realidad, es un planteamiento muy similar al de la investigadora Helen Fisher sobre la compatibilidad en la pareja que podemos leer en Why we love (Por qué nos enamoramos). Cuestión de personalidad. Por eso es tan importante conocerse uno mismo, con sus fortalezas y oportunidades de mejora.

El asunto es si uno es lo suficientemente valiente como para encontrar “su lugar en el mundo”. Teniendo en cuenta que menos del 20% de los adultos trabajan en algo que realmente les entusiasma, que les otorga la capacidad de fluir, me atrevo a pensar que menos del 20% de las personas han encontrado “su lugar en el mundo”. Y si hacemos caso a Pareto, ese 20% disfruta como el 80% del total de las personas.

En el avión de vuelta, que apenas ha durado dos horas, he visto una de las películas previstas del cine español e iberoamericano. Se trata de Un lugar en el mundo, de Adolfo Aristarain. No es casualidad, sino sincronicidad (correspondencia de frecuencias). La cinta fue Palma de Oro del festival de San Sebastián de 1992 y Goya a la mejor película iberoameriacana. Interpretada por Federico Luppi, José Sacristán, Cecilia Roth, Leonor Benedetto, Gastón Batvi y Lorena del Río, es la historia de Ernesto, que regresa a San Luis, un pueblo en un remoto valle de Argentina. Sus padres, Mario y Ana se habían exiliado voluntariamente desde Buenos Aires, pero la llegada de Hans, un geólogo español que busca petróleo, presagia que la tranquilidad del lugar va a tocar a su fin. Daniel Andreas, de FilmAffinity, escribió sobre esta película que es “una de las más bellas, emocionantes e intensas películas hispanas de las últimas décadas. La llegada a Argentina de un geólogo español que turba el ánimo de una luchadora familia sirve a Aristarain para hablar, con una franqueza que desarma y una sencillez que estremece, de la justicia, el compromiso, la nostalgia y el deseo. Conmovedora, sincera y realista. Los actores, todos, absolutamente magistrales.” Efectivamente, es una joya que no debemos perdernos.

En la wikipedia, podemos leer sobre Un lugar en el mundo: “La primera imagen que podemos contemplar en esta película es la retrospección, es decir, la vista atrás que hace el personaje para recordar su infancia en un pueblo de la provincia de San Luis, en la Argentina.
La afición del niño, Ernesto, era montar en caballo y hacer carreras con el tren, pero se tenía que dedicar a la escuela de su padre como ayudante. Mario, padre de Ernesto, se dedicaba también al oficio de comerciante de lana, dentro de una cooperativa, en la que tiene más de un problema. Su madre se llama Ana, de ella sabemos que trabaja como médico en un ambulatorio del pueblo.
El recuerdo es la película en sí, una de las primeras imágenes que vemos es la de Ernesto hablando y conociendo a un geólogo español, Hans, que viene a buscar petróleo, según sus jefes, el problema es que los jefes sabían perfectamente que no les dejarían buscar el petróleo, ya que el Gobierno iba a construir una presa en ese lugar, lo que buscan es hacerse de oro a costa de otros. Hans conoció a esta familia, con la cual pasa bastante rato, además de que Hans da algunas clases de geología en el colegio de Mario.
Ernesto está enamorado de una chica del pueblo, a la que da clases de alfabetización. Pero todo iba a ser imposible ya que el padre de ella, terrateniente, le prohíbe a Ernesto volver a acercarse a su hija.
En un mar de problemas Mario intenta solucionar uno de tantos y uno de los más importantes, ya que en su cooperativa no estaban de acuerdo de vender la lana que ganaban, para luego repartirla entre todos y querían separarse. No obstante, de madrugada Ernesto encuentra a Mario con una antorcha yendo hacia la granja o recinto donde los socios de la cooperativa tenían la lana, su reacción fue quemar el recinto, con este fin conseguiría que todos permanecieran juntos.
Llegó el día que Hans se tenía que volver a España, apenado de no conseguir lo que quería, pero antes de irse se da una vuelta en carro con Ernesto, al cual le explica lo que ha pasado, pero tampoco le tenía mucho que explicar porque en su familia no tenían reparo de no dejarle escuchar conversación ajenas a su edad.
El final de la película nos reserva una sorpresa triste, ya que Mario decide que Ana y Ernesto se vayan a la capital (Buenos Aires), para que el niño pueda estudiar una carrera y sacar provecho de él, pero la verdadera noticia triste es la muerte de Mario al cabo del tiempo. La última imagen de la película es la de Ernesto, ya adulto, visitando la tumba de su padre.
En resumen, esta película nos quiere dejar ver que la vida no es un camino de rosas y que todo el mundo tiene que luchar, ya sea de una manera u otra, contra las injusticias sociales. También se aprecia una simplicidad bastante grande en lo que consta al pueblo y la familia.
El título de la película viene dado por el hecho de que Mario y Ana, en su peregrinar por la vida, encuentran un sitio en el que ellos ven con claridad que pueden vivir de acuerdo a unos valores que para ellos son sagrados. Al final de la película queda claro que ahora le toca a Ernesto buscar su lugar en el mundo.”

He encontrado una web que precisamente se llama www.unlugarenelmundo.com donde cada uno escribe su lugar preferido, “ése que te hace sentir bien”. Muy interesante.
A mí particularmente me hacen sentir bien Bilbao, San Sebastián y en general toda Euskadi, Santander (Cantabria), Galicia, la República Dominicana, Sevilla, Valencia, Barcelona, Zaragoza, la Mancha, Lanzarote, Mallorca, Lima, Shanghai, Johannesburgo, Buenos Aires, la Toscana, Londres, París, Berlín, Chicago, Boston, Santiago de Chile… y en ocasiones Madrid.