Lanzarote

Este año el destino para pasar unas semanas de vacaciones ha sido Lanzarote, la isla más oriental de las Canarias. Declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1003, es un referente mundial de arquitectura natural gracias a la extraordinaria labor del artista César Manrique. He tenido la oportunidad de venir a trabajar a esta isla volcánica en diversas ocasiones (con TUI, con Pfizer, etc) pero nunca de venir a descansar y recorrerla por completo.
Hay dos cosas que me llaman mucho la atención de Lanzarote: la primera, el hipnotismo que provoca en muchos intelectuales. El gran César Manrique nos dejó en 1992, por un accidente de automóvil. El relevo lo tomó el Premio Nóbel José Saramago, que aquí tiene su refugio –A casa- junto su mujer, Pilar del Río. Aquí también vive el novelista Alberto Vázquez Figueroa, que ha vendido más de 25 millones de ejemplares de sus obras. En un vídeo de muchoviaje.com, Vázquez Figueroa cuenta que vino por primera vez a Lanzarote, en los 50, cuando conoció a César Manrique, que todavía no había comenzado nada de su obra. Entonces, le fascinó la isla. “Y decidí que no hay un sitio más bello, más tranquilo, donde se viva mejor… Y decidí establecerme aquí.” Dice que su amor por la isla es “por pura selección”: por clima, por paisaje, por tranquilidad, por comodidades. “El turismo se ha decantado por tres o cuatro puntos muy concretos, y el resto de la isla se mantiene bastante bien”. Para Vázquez Figueroa, la obra cumbre de César Manrique son Los Jameos del Agua. Recuerda que, cuando fue con él por primera vez, era un vertedero. Sin embargo, el artista lanzaroteño tenía la visión –que convirtió en acción- de convertirlo en un auditorio. Y el mirador del río, con unas vistas fabulosas de toda la isla. La casa (hoy museo) de César Manrique, fascinante. Timanfaya, algo único. Llevo más de 20 años viviendo aquí, y no me canso de visitarla”. Una de las ilusiones de Alberto Vázquez Figueroa es poder construir una de sus plantas desaladoras en Lanzarote y convertir esta isla en un vergel. “Estas islas, con agua, serían el paraíso terrenal”. Y un ruego: “Mientras esto se conserve, mientras no se permitan barbaridades, Lanzarote seguirá siendo, y lo dice alguien que conoce todo el mundo, el mejor lugar del mundo para vivir. Es que si hubiera otro mejor, yo me iría.” El vídeo de Muchoviaje en Youtube puede verse en www.lanzarote-canarias.com/vazquez_figueroa_en_lanzarote

Pedro Almodóvar también está fascinado por Lanzarote. Prueba de ello es su última película, Los abrazos rotos. Tras la rueda de prensa que el director manchego dio en esta isla el 28 de mayo de 2008, cuando empezó a rodar en la isla, en Canarias 7 podía leerse lo siguiente: “Con el comienzo del rodaje de Los abrazos rotos, Pedro Almodóvar concluye una historia que arrancó hace ya diez años, con la famosa fotografía que sacó a una pareja de enamorados en la playa de El Golfo en el municipio de Yaiza. «Es el final de un proceso. Todo esto tiene algo de mágico y misterioso. Así es la creación», sentenció el director manchego. La primera visita de Almodóvar a la Isla se remonta al año 86. «Vine acompañando a un actor que necesitaba un remanso de paz. Fue entonces cuando conocí a César Manrique, era el gran anfitrión de la isla. Estaba lleno de energía, derrochaba juventud», rememoró en la rueda de prensa el director manchego. Ya en esa primera visita, los paisajes de Lanzarote consiguieron atrapar a Almodóvar, aunque no sería hasta el año 99 cuando definitivamente se enamorase de Lanzarote. «Cuando volví fue al poco de morir mi madre. Entonces me identifique con el color negro de los paisajes», rememoró. Fue entonces cuando surgió el primer germen de Los abrazos rotos. Esta conexión entre el sentir personal y los paisajes lanzaroteños se refleja en toda la película. «La isla actúa como un personaje más. Los paisajes que he visto aquí no se ven en ninguna otra parte. Los matices son impresionantes», insiste. Esta misma pasión del director manchego por los paisajes conejeros centran la parte de Los abrazos rotos que se está rodando estos días en la isla. «La isla está cargada de secretos y misterios. Tiene una atmósfera hipnótica, que me viene ideal», afirmó el oscarizado director. Este misticismo influye en gran medida en la evolución de los dos personajes protagonistas interpretados por Penélope Cruz y Lluis Homar. «Se refugian en la Isla huyendo de una amenaza concreta de Madrid. Aquí se entregan enteramente a su pasión. La isla será un paraíso para ellos», comenta Pedro Almodóvar. Tanto Cruz como Homar vivirán los momentos más felices de sus vidas en Lanzarote. Esta estampa idílica de la pareja en la isla, se verá truncada, de forma definitiva, cuando los protagonistas sufren un grave accidente de tráfico, justo en la rotonda donde falleció en 1992 el artista universal, César Manrique. «Esto será fatal para ellos y supondrá un cambio radical en sus vidas», añade el director manchego, sin revelar muchos más detalles sobre el guión de Los abrazos rotos. «No quiero desvelar nada más para que el espectador se sorprenda cuando vea la película», puntualizó Almodóvar.

El segundo aspecto que me maravilla de Lanzarote es el diseño de sus lugares emblemáticos. Nada más llegar al aeropuerto de Arrecife ves el logo de Lanzarote como Reserva de la Biosfera (diseñado, cómo no, por César Manrique): un sol con siete rayos negros con centro rojo. Representa un volcán en erupción en perspectiva aérea (“así arriba como abajo”). El poder del fuego en la creatividad y la innovación. Pero es que muchos de los espacios protegidos también tienen su logo: el Parque Nacional de Timanfaya o Montañas de fuego (un diablillo con los brazos levantados al que le cuelga el rabo, acabado en punta de flecha), El Mirador del Río (en el Risco de Fabala, a 400 m de altitud) o Los jameos del agua. Un diseño singular para poner en valor cada situación (lo que hacen los de Pixar con sus películas: cada una tiene un logo diferente).

Tras inscribirnos en la recepción del Gran Meliá Salinas, un poco de playa y un chapuzón en la piscina del hotel, una de las más bonitas que uno pueda imaginar, combinación de blanco, azul (agua salada) y el negro de las piedras volcánicas. Diseñada, ¿por quién? Por César Manrique. Da gusto bañarse en una obra de arte.