Hijo del Trueno


Hoy es la festividad de Santiago Apóstol, patrón de Galicia y patrón de España (y me atrevería a decir que de toda Hispanoamérica).

En el libro El bosque del líder (la segunda parte de La sensación de fluidez, dedicado al Camino de Santiago) recordaba que Santiago era el primo carnal de Jesús (algunos creen que su hermano), hijo de Salomé, la hermana de la Virgen María. Le apodaron “el hijo del trueno” por su carácter impetuoso. A la hora de predicar, eligió el Finisterre, el fin del mundo. El ermitaño Pelayo y los feligreses de la antigua iglesia de San Félix de Solobio descubrieron sus restos en 813. Este descubrimiento contó con el apoyo del rey Alfonso II el Casto. Tras su supuesta participación en la batalla de Clavijo, el Papa certificó las peregrinaciones jacobeas en el 844. Cuando el día 25 de julio coincide con el domingo (como en 2010) tenemos Año Jacobeo. Almanzor arrasó Santiago de Compostela y en 1075 se iniciaron las obras de la Catedral. En 1985 la UNESCO nombró a la capital cultural y política de Galicia Patrimonio Cultural de la Humanidad.

En la prensa de ayer podíamos leer: ¿Quiere entender esta crisis? Haga el Camino de Santiago. Ir a pie hacia Compostela es una metáfora del mundo que vendrá: más sobrio y frugal; de caminar ligero de equipaje. Es un artículo de Nino Ciravegna (de Il Sole 24 Ore) que recogía El Economista. Alucinante que sea un periodista italiano -al que por otra parte le hemos de estar muy agradecido- y no un compatriota quien tenga que hablarnos de las bondades del Camino de Santiago (está visto que no sabemos/queremos/podemos poner en valor lo que tenemos). El artículo decía lo siguiente:

“El Camino de Santiago es una metáfora de las nuevas consignas que nos llegan desde la otra orilla del Atlántico: sobriedad y frugalidad, como antítesis de la carrera del consumismo exasperado a la que ha puesto fin la gran crisis. Lo hemos hecho para comprobarlo.
La primera lección es: prescindir, prescindir y prescindir. Sacar cosas de la mochila, porque se camina mejor cuando se va ligero. Prescindir de todas esas cosas que en casa nos parecen esenciales, pero que en los campos solitarios de La Rioja o de Castilla aprendemos a considerar inútiles.
Cuanto más nos sumergimos en el camino, más valor damos a las cosas auténticas que nos hacen crecer. Igual que en la post gran crisis, donde habrá menos espacio para el crecimiento basado en valores y fundamentos efímeros.
El Camino de Santiago como innovación en el producto: en el Albergue de Peregrinos de Cizur Menor, justo a la salida de Pamplona, te untan los pies con Vicks VapoRub (usado por generaciones de madres como expectorante para las toses y los resfriados): "Ya verás -te dicen- como así vas más fresco". Y te meten compresas higiénicas en las botas para evitar los roces que originan ampollas.
Ideas que han funcionado siempre, al perfecto estilo post gran crisis: el uso de productos de sectores maduros para nuevas exigencias, una investigación que ha caracterizado a áreas enteras del nordeste y que cobrará cada vez más importancia en la nueva economía.
Nuevas actitudes
El Camino de Santiago como actitud frente a la gran crisis: es el caso de aquel directivo de una gran casa de modas que empezó el camino sintiéndose en la obligación de explicarle a todo el mundo que él estaba con nosotros, que quedara claro, sólo para hacer un poco de trekking, sin implicaciones espirituales o religiosas.
Pero a los pocos días empezó a escuchar a los demás, en la quinta etapa hizo ese gesto un poco anticuado de entrar en una solitaria oficina de correos para mandar a casa todos esos cachivaches electrónicos ultrasofisticados de los que parecía que nunca sería capaz de prescindir y el séptimo día lo vimos lavar, dándose muy poca maña, su ropa interior. Igual que los demás peregrinos.
Actitud 'pre gran crisis'
El Camino como actitud anticuada, propia de la pre gran crisis. Como esos peregrinos que siempre están echando la culpa a los demás: en el camino no había suficientes señales, el personal de los restaurantes era maleducado, las botas no eran las más adecuadas. Caminan de mala gana, tarde o temprano se rendirán y, en cualquier caso, no tendrán tiempo de sumergirse verdaderamente en el camino.
Se encuentra uno de todo en el Camino. También a esos fanáticos que cronometran sus actuaciones como marchadores para poder presumir de que han recortado algún minuto en una etapa. Reducen el Camino a carreras, masajes, material hipertécnico y alimentación programada al milímetro.
Algo ridículo, como esos que han basado su actuación durante la pre gran crisis en dar órdenes bursátiles en el último segundo, sin un mínimo análisis de los datos que figuraban en los balances. O como los consejeros delegados obsesionados con los resultados trimestrales, sin tiempo, o sin capacidad, de pensar en estrategias sólidas a largo o medio plazo.”

A lo largo del Camino podemos encontrar las cuatro formas iconográficas del Apóstol: el peregrino, que comienza en el siglo XII y puede observarse desde Puente la Reina (Navarra); el matamoros o guerrero, desde la batalla de Clavijo, que encontramos desde Santo Domingo de la Calzada; el del espaladarazo o armacaballeros, que está en el Monasterio de las Huelgas (Burgos) y el maestro, el que enseña, en la Catedral de Santiago, con su báculo en forma de Tau. Son cuatro funciones del Liderazgo. La antropóloga Ángeles Arrién habla de las cuatro sendas del chamán que comparten diversas civilizaciones: el vidente o contador de historias, el guerrero, el sanador y el maestro. El gran experto en educación Howard Gardner, tras estudiar las biografías de cuatro mentes extraordinarias (Mozart, Freud, Virginia Wolf y Gandhi) las llama el Maestro, el Realizador, el introspectivo, el Influenciador.

Citando a Paulo Coelho,
“El verdadero camino de la sabiduría puede ser identificado únicamente por tres cosas
Debe tener Amor,
Debe tener una aplicación práctica en la vida; de lo contrario la sabiduría se vuelve algo inútil y se pudre como una espada que nunca fue utilizada,
Y debe poder ser recorrido por cualquier persona, como el camino que estás recorriendo ahora, el Camino de Santiago.

En Santiago nos esperan las estrellas.