Vuelo Florencia-Madrid a las 10.30 de la mañana. Volvemos a casa después de un atracón de belleza en uno de los parajes más maravillosos de Europa. En el Americo Vespuccio, el pequeño aeropuerto de la capital toscana, se puede visitar una preciosa tienda con los productos típicos de la zona (vino Chianti, aceite, vinagre, grappa, vino dulce, limoncillo, etc). Da gusto ver cómo los italianos presentan lo suyo: el diseño, el ingenio, la capacidad de inventar. Son unos maestros en esto de ponerse en valor.
Durante el trayecto, he estado disfrutando del último libro de Fernando Trías de Bes, El hombre que cambió su casa por un tulipán, galardonado con el Premio De Hoy 2009. Conozco a Fernando desde que escribiera La buena suerte con Álex Rovira hace cinco años (Empresa Activa celebra reuniones de autores desde esa época, a la que me invitan por El Club del Liderazgo). Desde entonces, he leído todo lo que ha publicado Fernando y le admiro muchísimo. En la temática empresarial he escrito El vendedor de tiempo y El libro negro del emprendedor (uno de los mejores textos para desarrollar el emprendizaje y anticipar obstáculos). Como novelista, ha publicado un libro de cuentos (titulado Relatos absurdos) y tres magníficas novelas: Palabras bajo el mar, El coleccionista de sonidos y La historia que me escribe. Es una de las mejores plumas de nuestro país, sin duda.
¿Qué tiene de especial este “Hombre que cambió su casa por un tulipán"? ¿No sufrimos de sobredosis de libros sobre la crisis? Me parece, honestamente, que este texto aporta muchísimo. Las primeras 100 páginas del libro describe “las mayores burbujas de la historia”: La fiebre de los tulipanes en Holanda (1636-1637), La de la Compañía de los mares del sur (1711-1720), El crac de 1929, El eclipse de Japón en los 90 y La actual crisis de las subprime (2006-?). Las cuenta de una manera especialmente didáctica y amena, para que extraigamos importantes conclusiones (ya se sabe, de la reflexión al descubrimiento).
En la segunda parte, el autor se centra en lo que llama “el síndrome del necio”, a partir de las palabras de D. Antonio Machado: “Sólo un necio confunde valor con precio”. Este síndrome cuenta con diez síntomas:
1. Exceso de confianza
2. Engaño consentido o autoengaño
3. Envidia del beneficio ajeno
4. Gula de dinero
5. Lógica irracional
6. Confusión entre valor y precio
7. No reconocer que no se sabe
8. Toma excesiva de riesgos
9. Creencia en la demanda infinita
10. Tardanza en asumir la pérdida
Frente a estos diez síntomas, Fernando Trías de Bes nos propone diez soluciones:
1. Cautela permanente
2. Sacar conclusiones por uno mismo
3. Olvidarse de lo que ganen los demás
4. “Conformarse” cuando se tiene suficiente
5. Recordar las causas de la subida inicial
6. Calcular rendimientos implícitos
7. Invertir sólo en lo que se conoce
8. Endeudarse con cautela o no endeudarse
9. No valorar activos sólo en función de la reventa
10. Vender con pérdidas si es necesario
Tengo para mí que estos diez síntomas, tan excelentemente presentados por Fernando, son una revisión de los siete pecados capitales que nos tientan como seres humanos –listados por San Gregorio Magno en el siglo VI y descritos por Dante en su Divina Comedia-, y de las correspondientes virtudes.
- Contra la Lujuria, Castidad (moderación de placeres)
- Contra la Gula, Templanza (equilibrio en el uso)
- Contra la Avaricia, Generosidad
- Contra la Pereza, Diligencia (esmero y cuidado en la ejecución)
- Contra la Ira, Paciencia
- Contra la Envidia, Caridad (compasión, amistad)
- Contra la Soberbia, Humildad
En las últimas 75 páginas del libro, el autor explica “la propagación del síndrome”, de la especulación a la recesión. Echa mano de la metáfora de “la cooperativa de canguros –baby-sitters- de Washington, para segmentar.
- Burbujas de grado uno: se dilapida ahorro (se solucionan con una inyección de liquidez). Ejemplo: Tulipanes.
- Burbujas de grado dos: agotado el ahorro, se pide dinero prestado (“la trampa de la liquidez” de Keynes; se solucionan con inversiones públicas). Ejemplo: Mares del Sur, puntocom.
- Burbujas de grado tres: endeudamiento exterior (se soluciona ayudando a los bancos). Ejemplo: Crac del 29.
- Burbujas de grado cuatro: además, refinanciación de la morosidad (se solcucionan con rescate financiero con dinero público). Ejemplo: Japón en los noventa, Subprime.
- Burbujas de grado cinco: Diferentes por el objeto con el que se ha especulado. Si el objeto genera empleo, el paro se desboca. Ejemplo: Nuestra crisis inmobiliaria. “Ahora puede valorarse la recesión española que acaba de empezar. También podemos comprobar que la falta de confianza y las expectativas generalizadas de las que hablan los periódicos son sólo una parte más de nuestro problema, pero no la raíz misma del mismo. Lamentablemente, se han juntado todos los problemas: confianza, expectativas, endeudamiento para financiar una burbuja, estrangulación del crédito como resultado de la morosidad, compromisos importantes con la banca internacional, contracción de la actividad en un sector clave para España y endeudamiento adicional para un consumo anticipado, amparado en el valor del bien con el que se especuló” (Fernando Tras de Bes). El libro nos recuerda que en el año 2000 había en España 64.780 inmobiliarias y ha llegado a alcanzar las 172.851 inmobiliarias, de las que sólo 140 tienen más de 100 trabajadores. Dos tercios no tienen asalariados.
¿Qué podemos hacer? Trabajar duro, sufrir un poco (o un mucho), dejar de vivir con dinero prestado, y cada uno (bancos centrales, bancos de inversión, agencias de rating, bancos comerciales, reguladores, dirigentes, medios de comunicación) hacer lo que le toque.
Me ha encantado el libro de Fernando, muy potente en la reflexión y con un sano optimismo subyacente: “He constatado una curiosa relación entre la velocidad del dinero y la velocidad con la que vivimos. Cuando el dinero corre, se instala una ansiedad y estrés fenomenales entre la gente. Hay que darse prisa para que no quedarse atrás. Estos últimos años vivir se había tornado ciertamente agobiante. A nadie le gusta esta crisis, pero nos convendría aflojar un poco este endiablado ritmo que, en buena medida, respondía a la apremiante necesidad de capturar una parte del pastel del crecimiento desbordado, basado en el crédito.” Sabias palabras.
Por la tarde, Zoe y yo hemos ido a ver la película Noche en el Museo 2. Muy entretenida para los niños (de 7 a 12 años). Del Museo de Historia Natural de Nueva York al Smithsonian en Washington. Apela al espíritu de Abraham Lincoln (el sincero e integrador), de Amelia Earhart (1897-1937), la primera mujer aviadora que cruzó el Atlántico, de Thedore Roosevelt o del General Custer (los malos son un faraón, Iván el Terrible, Napoleón y Al Capone). Atención a la frase clave de la película: “El secreto de la felicidad es hacer lo que amas y con las personas que amas”. Es precioso cómo presentan la Institución Smithsoniana: de los 19 museos, 9 centros de investigación y un zoo (en total, unos 142 millones de objetos) y cómo nos presenta el Museo Nacional del Aire y del Espacio y el Memorial Lincoln.
Los niños aprenden en películas como éstas que el Talento es Disfrute (Amelia Earhart se despide del protagonista, interpretado por Ben Stiller, con las palabras: “¡Diviértete!”. Los mayores aprendemos con libros como el del profesor Trías de Bes el desarrollo de virtudes para ser “razonablemente irracionales”. Pero, como concluye mi admirado Fernando, “por desgracia, la gente siempre olvida”.