La nueva Era de la Responsabilidad

En lo que a mí respecta, la presidencia de Barack Hussein Obama, el primer líder global en activo, no ha podido comenzar mejor. El 44º presidente de los Estados Unidos hablaba ayer en su toma de posesión de “los valores de los que depende nuestro éxito: trabajo duro y honradez, valentía y juego limpio, tolerancia y curiosidad, lealtad y patriotismo”. Es su receta para “la nueva era de la responsabilidad”.

Hoy APD (la Asociación para el Progreso de la Dirección) ha celebrado en Barcelona una reunión de trabajo sobre El Caso Barack Obama. Cómo se forja un líder, en el que han intervenido Javier de Antonio (Socio Protector de APD Zona Mediterrània y DG de Nationale Suisse), Carlos Delgado (Presidente y Consejero Delegado de Compensa), Ricardo Alfaro (Presidente de AEDIPE Catalunya y Director de RRHH de Asepeyo) y un servidor. Se ha realizado de 9 a 10.30 de la mañana (con una puntualidad suiza) en el Auditorio de la Torre Agbar, un edificio emblemático y sostenible, un nuevo icono de la capital catalana.

El acto organizado por APD Mediterránea, que dirige Mercé Faixes i Casals, ha sido todo un éxito. Unos 250 profesionales, de lo mejor del ámbito de los RRHH, la Dirección General, la comunicación, senadores, etc. Javier de Antonio y Carlos Delgado han hecho una presentación exquisita. Ricardo Alfaro nos ha hablado de Liderazgo Trascendente, con consejos prácticos (desde la experiencia de Asepeyo y su universidad corporativa) para desarrollar líderes a todos los niveles de la empresa, fidelizar el talento y aprovechar la diversidad intergeneracional. Y un servidor ha dedicado unos 20 minutos a sintetizar las claves de la victoria electoral de Barack Obama, a reflexionar sobre cómo se forjan los líderes y a aplicarlo al mundo de la empresa.

Sobre las claves de la victoria de Obama, considero que es una mezcla de dominio de la comunicación, siguiendo a George Lackoff (No pienses en un elefante), y “era conceptual” según las ideas de Daniel Pink. Obama es la imagen actualizada de J. F. Kennedy y Martin Luther King, con un estilo de liderazgo dionisiaco (frente al apolíneo que ha imperado desde la II Guerra Mundial) femenino. El estilo dionisiaco masculino es el del macho alfa, dominado por la testosterona (el de Sarkozy, Putin o Schwarzenegger). El femenino es más empático, menos agresivo, más centrado en la comunicación, más sociable, de mejor inteligencia emocional. El líder (Obama o cualquier otro) no nace ni se hace: se forja. Requiere de voluntad y duro trabajo. Los coaches de Obama han sido, principalmente, el reverendo Jeremiah Wright (que acuñó el término “la audacia de la esperanza”) y la comunicadora Oprah Winfrey. Obama se ha forjado desde la confianza, la diversidad, el compromiso, el sentido de comunidad, las reglas, el tándem (con su esposa Michelle), la audacia, la influencia, el cambio y el equipo.

He propuesto siete aplicaciones a las empresas, a través de siete preguntas:
- ¿Cómo vas de tándem (es la unidad mínima de liderazgo)?
- ¿Y de equipo (que de verdad genere sinergias)?
- ¿Transmites confianza y optimismo?
- ¿Contagias serenidad?
- ¿Comunicas entusiasmo?
- ¿Te ocupas de verdad de los demás?
- ¿Trabajas con perspectiva (medio y largo plazo)?

Genera gran satisfacción que, desde ayer, la persona más poderosa de la tierra sea una de las de mayor sentido de la responsabilidad.

Después he tenido una breve sesión de coaching con una directiva que está abriendo los ojos a toda una nueva realidad. Estoy encantado.

Ya en el AVE a Madrid, me he “regalado” leer el último libro de Juan José Almagro, maestro, erudito, humanista, y sobre todo amigo que con este El penúltimo escalón, subtitulado El misterioso afán por ser directiv@, culmina una trilogía iniciada en 2003 con El Reloj de Arena y continuada en 2005 con Érase una vez… jefes, jefazos y jefecillos. Juanjo es el Séneca, el Cicerón, el Montaigne de nuestras empresas. Su labor en MAPFRE ha sido y es fabulosa, antes como Presidente de la Unidad de Recursos Humanos y ahora como DG de Comunicación y Responsabilidad Social del Grupo. Desde esa experiencia única, comparte con nosotros reflexiones y vivencias.

En esta obra, Juanjo cita a D. Antonio Machado por boca de Juan de Mairena: “A repensar lo pensado, a desaber/ lo sabido, y a dudar de su propia duda,/ que es el único de empezar/ a creer en algo.” Como en la Historia de una escalera de Buero Vallejo, el Dr. Almagro nos porpone una serie de peldaños: el de las actividades estandarizadas, el de los técnicos, el de los mandos intermedios, el de los directores, el de los altos directivos y el del primer ejecutivo.

El autor nos recuerda que España es uno de los países donde menos compensa (en términos retributivos) ser graduado, que el jefe es una de las principales molestias para los trabajadores de nuestro país (27%, por detrás del ruido, las distracciones visuales y la falta de luz), que “la empresa del siglo XXI es, debe ser, una institución de servicio público con un fuerte compromiso social”, que “no se concibe el éxito empresarial sin una dimensión ética importante”, que España es el segundo país europeo (tras GB) en empleos escasamente remunerados, que “sólo en la personalidad está la vida; y toda personalidad se apoya en un fundamento oscuro que, no obstante, debe ser también el fundamento del conocimiento” (Schelling), que “nos queda mucha tarea por hacer”… Una delicia, un libro imprescindible.

Hay dos cosas además de este libro sobre las que quiero conversar con mi amigo Juanjo. La primera, sobre el talento. En la página 94, el maesto escribe: “Por cierto, déjame que, durante un instante, reflexione contigo sobre el famoso talento. En este mundo del management aletea una idea recurrente, sin duda inspirada por los consultores: la empresa moderna y actual debe estar llena de gente con talento. ¿De qué talento?, pregunto. No se sabe. Se habla sólo del talento en abstracto. Vayamos por partes, querido jefe. El talentum no era sólo una moneda de cuenta de griegos y romanos. Talento significa, en primer lugar, inteligencia y aptitud, y puede definirse (así lo hace la Real Academia Española) como la capacidad, que puede cultivarse y hacer crecer, para el desempeño o ejercicio de una ocupación”. Querido Juanjo.: Efectivamente, no se debe hablar del talento en abstracto, sino de talentos, entendido cada uno de ellos como “poner en valor lo que uno sabe, quiere y puede hacer” (según mi modesta opinión). La Real Academia se queda corta equiparando talento con inteligencia y aptitud, puesto que el talento es “capacidad por compromiso en el contexto adecuado”. Como bien dices en el libro, “tenemos talento para lo que tenemos talento”, siempre que pongamos toda la carne en el asador, se nos reconozca (valor: lo que aprecia el cliente) y convivamos en un entorno de satisfacción, rendimiento y aprendizaje.

La segunda cuestión es sobre el coaching. Página 138: “Ahora que eres alto directivo, seguramente querrás tener un coach personal. Como aquel vasco que resumía la opinión del cura en el sermón dominical acerca del pecado, yo no soy tampoco muy partidario, aunque me consta que voy en contra de corriente”. No es la primera vez que lo leo, ni que lo escucho en público, lo cual puede resultar descorazonador. ¿Cómo entiende Juan José Almagro el coaching? En la página 142 podemos leer: “Los llamados coaches enseñan, según ellos, a desarrollar y gestionar la carrera profesional y, como dicen entender de personas, dan consejos que, teóricamente, deben ayudar a gestionar mejor, y con éxito, la vida y la trayectoria profesional del alto directivo, principal destinatario de los consejos del coach. Y, según me cuentan, muchos directivos que necesitan ayuda profesional, incluso se llevan el coach a casa y lo presentan a la familia para que organice la personal vida comunitaria. Allá cada cual”. Con la responsabilidad que siento al ser Presidente de Honor de la Asociación Española de Coaching (AECOP), papel que comparto con el gran Carlos Herreros, el coach es “un espejo”. No puede ni debe “dar consejos”, ni gestionar ninguna carrera profesional ni “organizar vidas comunitarias”. El coaching es un medio para implantar con efectividad la propia estrategia personal, para alcanzar los propios objetivos, para no caer, por ejemplo, en el “síndrome de Belerofonte" (el personaje mitológico protegido por Atenea que creyó que debía ocupar el Olimpo y que enfadó a Zeus, por lo que quedó ciego y tullido hasta su muerte), con el que previene la ambición desmedida de los potenciales altos directivos. Tenemos que charlar sobre esto. No pretendo modificar las creencias de nadie, pero sí aportar algo de luz sobre el asunto.

Gracias, Juanjo, por tanta sabiduría y por la generosidad de compartirla con nosotros. Gracias, Presidente Obama, por darnos esperanzas. Gracias a los centenares de profesionales que han invertido parte de esta mañana en aprender juntos.