La terrible Desconfianza

“El mundo económico se tambalea, gigantescos bancos quiebran, las bolsas se hunden, y todo el sistema sufre, como dicen una y otra vez los medios de comunicación, una crisis de confianza. Y esto es grave, porque no podemos vivir en la inseguridad permanente. Necesitamos fiarnos de algo y de alguien.” Así comienza su artículo Recuperemos la confianza el pensador José Antonio Marina en el número de diciembre de la revista Psicología práctica.

JAM nos enseña en el mencionado texto que hay sentimientos que se dirigen hacia el pasado, como la nostalgia o el arrepentimiento; hacia el presente, como la alegría o la satisfacción; y hacia el futuro, como el miedo, la esperanza… o la confianza. Nuestro filósofo la define como “la seguridad de que las cosas se comportarán de la manera esperada y previsible, sin sorpresas desagradables”. Sí, “fiarse” viene de “fe”, que significa “promesa”. Como sólo podemos confiar en las personas, confianza es tener la seguridad de que una persona va a cumplir sus compromisos.
No cabe duda de que vivimos una crisis de confianza. En El Economista, María Dominguez escribe: La desconfianza, culpable de que la gestión de las pymes esté desfasada. “Si el modelo de gestión de las pymes españolas está anticuado es por la falta de confianza del trabajador en su empresa y viceversa. Así se desprende, al menos, del estudio La frontera de la innovación: la hora de la empresa industrial española, que ha sido presentado por la Fundación Alternativas. Los sindicatos no se fían del discurso sobre la mejora de la productividad; accionistas y directivos, por su parte, tienen poca fe en que los trabajadores se comprometan con la compañía”.

Emilio Huerta, Catedrático de Organización de Empresas de la Universidad Pública de Navarra y coautor del estudio junto con Carmen García Olaverri, ofrece datos tremendos: “el modelo de gestión es muy convencional y jerárquico. Seis de cada diez empresas industriales de más de 60 empleados no realizan encuestas de satisfacción del trabajador. Y el 30% no celebra reuniones para informar al empleado acerca de la marcha del proyecto”. La retribución variable es escasa y sólo el 20% se hace en función de la calidad del trabajo. Seis de cada diez empresas industriales no cuentan con grupos de trabajo. La empresas españolas dedican 17’3 horas de formación por trabajador y año (4 menos que hace una década); las alemanas, más de 50 horas y las empresas líderes globales, unas 85 horas.

Según este informe, las relaciones laborales en España se han basado más en el conflicto que en la transparencia. Por ello, los cambios hacia la flexibilidad no son bien acogidos por los empleados, que piensan que sólo la empresa saldrá ganando. Los directivos y accionistas desconfían de los sindicatos, de quienes creen que sólo quieren ampliar reivindicaciones. Los directivos desconocen las ventajas de los nuevos modelos de organización. Vicente Salas, Catedrático de Organización de Empresas de la Universidad de Zaragoza, añade que “si el cambio se va a realizar en varias etapas, se necesitará un fuerte liderazgo, que anuncie las líneas maestras del nuevo modelo y que mantenga el sistema en movimiento”. “En los nuevos modelos, los gestores tienen que sustituir los sistemas de ordeno y mando tradicionales por la participación y el liderazgo. La empresa ideal debería encontrar el equilibrio entre la tecnología, la organización y el capital humano”.

La empresa ideal es simplemente la empresa que sobrevivirá a esta crisis: la que se base en la confianza. Unidos o hundidos. El informe, de unas 50 páginas, es sumamente interesante. Puede consultarse en http://www.falternativas.org/laboratorio/documentos/documentos-de-trabajo/la-frontera-de-la-innovacion-la-hora-de-la-empresa-industrial-espanola

Sin embargo, en la portada de El País hemos podido leer que Martinsa infló el valor de su suelo hasta en 190 veces. “Un terreno que en las cuentas de Fadesa valía 336.000 euros pasó a valer 65 millones de euros. (…) Las revalorizaciones contables se basaron en un informe de Tasamadrid, filial de Caja Madrid, principal acreedor de la inmobiliaria, y recibieron el visto bueno del auditor. Martinsa compró el 86% de Fadesa por 3.512 millones, una ganga, toda vez que revalorizó contablemente los activos de la constructora gallega en 4.617 millones”. Es bien sabido que Martinsa-Fadesa ha protagonizado el mayor concurso de acreedores de la historia de España.

En La Vanguardia, su corresponsal en Londres nos cuenta que Georgina Hobday, una joven de Brighton, anunció su fiesta de 16º cumpleaños en Facebook. Un grupo llamado Facebook Army acudió a la cita: el jardín destrozado, las paredes pintarrajeadas, el suelo lleno de latas de cervezas y botellas rotas y las lámparas sin bombillas. Decenas de vándalos acabaron con la casa. Hace dos años, en Bolton, el padre de Christopher Hogan fue golpeado en la cabeza por un bate de béisbol cuando intentaba expulsar de su casa a una banda de cuarenta gamberros que se había colado en su casa en la fiesta de su hijo, anunciada en Internet.

Al otro lado del Atlántico, Obama está impulsando una nueva “ética de la responsabilidad”, con un capitalismo más humano que promueva la prosperidad “desde abajo” y se compartan de manera más justa “los beneficios y las cargas”. Es lo que comentó el presidente electo en el programa Meet the press de la NBC. “Si estás despidiendo trabajadores, lo mínimo que puedes hacer cuando ganas 25 millones de dólares al año es renunciar a parte de tu salario y primas”. Obama no cree en la bondad de la avaricia, sino en la modestia y en la austeridad. “La semana pasada se sometió en el Congreso a un interrogatorio de tinte casi humillante a los presidentes de General Motors, Ford y Chrysler, que han renunciado a sus aviones privados y prometen rebajarse el sueldo a un solo dólar si obtienen las ayudas públicas que sus empresas necesitan para sobrevivir”.

Los optimistas creemos que, respecto a la generación de confianza en el sistema, debemos sentidos esperanzados. Pero queda mucho por hacer.