The show must go on

Ayer me tocó volar de nuevo, un día después de la catástrofe del JK 5022.

De nuevo el silencio. Volé el tristemente famoso 11-M de 2004. Por la mañana, otro director de Eurotalent y un servidor estuvimos trabajando en la Universidad Corporativa de Unión Fenosa con sus principales ejecutivos (la compañía perdió a varios empleados en ese atentado terrorista, y ellos mostraron una entereza extraordinaria). Por la tarde, tomé un avión a La Rioja, a unirme al equipo de Eurotalent que estaba trabajando con los 40 principales de Unilever, reunidos en el balneario de Arnedillo. En Barajas, en la T2, un silencio tremendo, terrible y a la vez hermoso, en cierto modo de recuerdo a las víctimas y sus familiares.

Ayer volé desde la T4. Pero el silencio era el mismo, aunque el espacio fuera mucho mayor. En la cola de entrada al avión, alguna señora mayor algo histérica (clamando en voz alta por qué pasaban antes los niños y no sólo los bebés) con un marido desesperanzado, pero poco más.

Y en la prensa del día, desde el amarillismo de la portada de El Mundo (La crisis de Spanair desemboca en una tragedia con 153 muertos) a la inexistencia de la noticia en El Universal, el diario para los clientes de Iberia.
Desembocar, en la tercera acepción del Diccionario de la Real Academia, es “concluir, alcanzar un desenlace”. ¿Anticipa este periódico una causa y una consecuencia? Me parece de pésimo gusto. La portada incluye las declaraciones del representante sindical del Sepla: “la plantilla está operando al límite de sus actividad, con falta de mecánicos y los pilotos están asumiendo sus funciones” y recuerda que el copiloto del avión había sido incluido en el ERE de la compañía. En la contraportada, comentan: “qué connotaciones siniestras sugiere ya la palabra Terminal aplicada a la T4”. Terminal es el final, lo que pone término a algo, y muestra además otras cinco acepciones, desde el sustantivo en femenino (“cada una de los extremos de una línea de transporte público”) y en masculino (dos: “extremo de un conductor preparado para facilitar su conexión con un aparato” y “máquina con teclado y pantalla mediante la cual se proporcionan datos a una computadora o se obtiene información de ella”) a los adjetivos relativos a la botánica (“Que está en el extremo de cualquier parte de la planta”) o a la medicina (“Dicho de un enfermo o de un paciente: Que está en situación grave e irreversible y cuya muerte se prevé muy próxima”).
En el otro extremo, en las 16 páginas de El Universal no parece ni una sola mención a la catástrofe aérea. En la portada, noticias de los Juegos Olímpicos; en la sección Ahora, “El mal uso del aire acondicionado causará dos millones de resfriados”, “Unas 3.500 niñas corren riesgo de sufrir la ablación” o “El 10% de los niños adoptados vive con una madre soltera”. Cinco páginas de anuncios, un reportaje sobre el fotógrafo Cartier-Bresson… y ni una sola mención al accidente aéreo.???????????????????
La portada de El economista (un avión sobre fondo negro) titula Día negro en Barajas. Y comenta: “El mayor accidente aéreo en los últimos veinte años en España se produjo en un avión de Spanair candidato a ser retirado de la flota de la compañía”. Confunde (imagino que involuntariamente) un Expediente de Regulación de Empleo y un cierre de rutas con la retirada de aviones obsoletos, que no es el caso.
Como explica Enric Gonzalez en El País: “Las catástrofes con muchos muertos ofrecen un gran escenario para las miserias del periodismo.” Y prosigue: “Todas las reglas quedan en suspenso. ¿El derecho de los familiares a la intimidad? No hay derecho que valga: les verán llorando diciendo frases entrecortadas a un micrófono, asaltados en el momento en que son más frágiles”.

El Morbo (del latín morbus) es enfermedad (alteración de la salud), el interés malsano por personas y cosas y la atracción hacia acontecimientos desagradables. Una sociedad morbosa es una sociedad inmadura, aburrida, incluso cruel.