Yo serví al rey de Inglaterra

Ayer pude ver (en una de esas matinales que me gustan tanto) Yo serví al rey de Inglaterra, una deliciosa película checa distribuida por Wanda (que también ha distribuido otras perlas como Fados o 14 kilómetros). La historia de la república checa en el siglo XX a través de la vida de un hombre pequeño que va aprendiendo sobre la vida. Me ha parecido estupenda, con un ritmo y una capacidad de narrar historias poco común. Muy recomendable.

La sinopsis de la distribuidora nos cuenta lo siguiente: “Jan Dite es bajito, pero muy ambicioso. Hablando en plata, el joven camarero provinciano quiere convertirse en millonario. Y sabe exactamente cómo conseguirlo: escuchándolo todo, observándolo todo, y utilizando todo lo que ha escuchado y observado. Con esa convicción y un deseo irrefrenable de complacer a todo el mundo, pronto abandona su primer empleo, en un pub, por un burdel de lujo y, finalmente, por un elegante restaurante Art Nouveau de Praga. Pero ahora ha llegado el final de la década de 1930, y las cosas están cambiando: Hitler ha ocupado Sudetenland y está dividiendo Checoslovaquia. Jan se enamora de Lisa, una alemana de los Sudetes orgullosa de su sangre aria. Se casan y, cuando Lisa regresa del frente, lo hace con una fortuna en sellos singulares que los judíos "dejaron atrás"... Tras su muerte, nada heroica, Jan vende los sellos y se convierte en millonario. Sin embargo, sólo puede disfrutar de su fortuna durante tres años: el nuevo régimen comunista lo encarcela durante 15 años. A su salida de la cárcel, Jan es enviado a vivir a una decrépita ciudad fronteriza que fue abandonada por los alemanes. Allí dispone de tiempo para pensar sobre los acontecimientos que conformaron su vida, y para reflexionar sobre lo que podría haber pasado si él hubiera desempeñado un papel distinto en dichos acontecimientos...”


Dirigida por uno de los más reputados realizadores checos de todos los tiempos, Jiří Menzel (entre otros muchos galardones, en 1966 ganó el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa con Trenes rigurosamente vigilados). Basada en el libro de Bohumil Hrabal, la película se centra en los avatares de un hombre corriente en la Checoslovaquia del siglo XX, partiendo del período de entreguerras y finalizando en la década de los 60. Premio del Festival de Peñíscola y Premio FIPRESCI en el último Festival de Berlín.

El blog Sin pelos en la lengua le da un 7’5 sobre 10 (muy recomendable). Y escribe lo siguiente: “Con un sentido del humor un tanto surrealista, esta entretenida comedia se sirve de su pícaro protagonista para confeccionar un desenfadado retrato tanto del carácter checo como de la historia política y cultural del país. A modo de sempiterno déjà-vu, Yo serví al Rey de Inglaterra se inicia en pleno período de entreguerras y finaliza en la llamada etapa de normalización, finalizada ya la Segunda Guerra Mundial y con los alemanes expulsados del país.Con la lujuria, la avaricia y la picardía como peculiares estandartes, nuestro joven protagonista irá escalando posiciones en el gremio de la restauración, en un claro paralelismo -nunca explícito, pero siempre presente- con la propia Alemania Nazi, con la que finalmente sellará su particular pacto con el diablo al contraer matrimonio con una joven alemana aférrima seguidora de los postulados del III Reich, del mismo modo que hiciera el Hendrik Hoefgen interpretado por Klaus Maria Brandauer en la celebrada adaptación del la novela de Klaus Mann Mephisto.
Más allá de dicho símil, Yo serví al Rey de Inglaterra retoma, adaptándolo a su propio folklore, ese retrato del pícaro tan propio de nuestra literatura, para construir una curiosa fábula a ritmo de vodevil en la que el destape, las alegorías y el humor en clave surrealista se erigen como principales motivos, en una comedia cínica y mucho más incisiva de lo que a priori aparenta, en la que se critican por igual tanto las supuestas virtudes de la clase trabajadora como los excesos de una hermética sociedad privilegiada, aportando especial énfasis a una Alemania nazi ridiculizada hasta el exceso a través del retrato hiperbólico de la superioridad aria.
Por el camino, y casi de un modo inconsciente, Jiri Menzel nos muestra las costumbres propias del carácter checo a través de la excentricidad, de un modo muy similar al popularizado por Emir Kusturica, en una comedia de extensa duración a la que quizá debe reprochársele un tramo final excesivamente dilatado, en el que el retrato caricaturesco predominante a lo largo del metraje queda relegado a un segundo plano en favor de la crítica abierta al III Reich.”