Apropiación indebida

Domingo que apuntaba lluvia y ha terminado soleado. Veo en el cine (matinal dominical), Mil años de oración, de Wayne Wang (casi toda la cinta, en chino con subtítulos). Curiosa película. No sé si me ha gustado o no. Trata de un anciano viudo, científico espacial, que visita a su hija en los Estados Unidos. Ella está divorciada. De sus conversaciones podemos extraer el abismo cultural entre ambos.

De la prensa de hoy, destaco el artículo de Borja Vilaseca en El País Negocios (“Un manual de gestión en nueve líneas”), que menciona a Marta Romo y, en la misma publicación, el de Cristina Delgado, Pescar talento en plena sequía, que recoge las investigaciones de Adecco Institute y de Towers Perrin. Para atraer talento, según este informe:
1. Un salario competitivo
2. Una vida equilibrada
3. Realizar un trabajo atractivo
4. Oportunidades de crecimiento
5. Crecimiento salarial por méritos
6. Oportunidad de formación y desarrollo
7. Reputación de la compañía

Para retener:
Valoración del talento por parte de la empresa
Buenas prácticas de recursos humanos
Buena relación con el jefe y motivación
Una vida equilibrada
Reputación de la compañía
Poco o ningún estrés
Oportunidades de formación y desarrollo

En Infoempleo, el artículo de Alberto García-Casillas sobre Conciencia y comunicación y el dato de compromiso: sólo el 18% de los profesionales se siente realmente comprometido con la empresa. ¿La causa? La falta de honestidad y cercanía de la alta dirección.

En El País, el artículo de Norman Birnbaum sobre Obama y el peso de la historia y el análisis de Antonio Caño desde Washington, El sueño de Hillary Clinton se desvanece. En El Mundo, el comentario de José Antonio Marina sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía, el de Luis Martínez sobre la película Casual Day, el de Rosa Trsitán sobre el libro Psicología de la seducción de Alejandra Vallejo-Nájera y la entrevista de Antonio Lucas a Darío Fo (El poder enloquece ante la risa). Es el único diario que recoge el premio de la crítica a La Hija del Capitán en el II Festival Nacional de Cine y Ficción para Televisión de Málaga.

En ABC, la escritora y periodista Irene Lozano presenta El saqueo de la imaginación, su nuevo libro. Analiza cómo el poder y la política degradan el lenguaje. Irene lo muestra, por ejemplo, con el término “Liberal”. José Luis Rodríguez Zapatero, cuando era líder de la oposición, lanzó una proclama por el “socialismo liberal y libertario”. El ministro Solbes se ha definido como “un socialdemócrata liberal”. Aznar, ubicado ideológicamente mucho más cerca del neoconservadurismo que del liberalismo, ha proclamado ser un “liberal clásico”. Tony Blair dijo que la esencia de su política es “el intervencionismo liberal”. Timothy Garton Ash intentó aclararlo con las siguientes palabras: “Una concepción progresista del mundo que parte de la realidad de la interdependencia en una era de globalización y actúa con arreglo a unos valores determinados”. “El lenguaje político dominante nos habla de “intervencionismo liberal”, nos remite a jóvenes inquietos defensores de un “conservadurismo progresista”, está poblado de “conservadores ansiosos de cambio” y de viejos revolucionarios que recelan de todo lo que huela a reforma o tenga trazas de cambio. Lo nuevo se vuelve omnipresente en una política frente a la cual se alza la sospecha de la mistificación permanente: neoconservador, neoliberal, Nuevo Laborismo, Nueva Izquierda”. Esto es marketing del malo: engaño de poca monta.

En El País Semanal, Anatxu Zabalbeascoa trata de la exposición sobre Le Corbusier en el Barbican en Londres. En palabras de Santiago Calatrava, este arquitecto "tergiversó la realidad y se apropió del discurso de otros (del escultor Auguste Rodin) de manera absoluta. No fue original”.

Y la revista Time desgrana las causas del fracaso de Hillary Clinton: se equivocó en las tendencias (vendió experiencia, preparación, inevitabilidad… y la marca-apellido más poderosa del partido, cuando la gente quiere cambio), eligió a su equipo por lealtad y no por conocer las reglas del juego, infravaloró los estados que votaban mediante caucus, se financió con “dinero viejo” y no se preparó para una carrera larga. Por el contrario, Obama no ha jugado con las viejas reglas del partido, sino con el optimismo y el entusiasmo. Esta revista norteamericana ya lo presenta en portada como ganador.