KDG

Segundo día en Burgos, con un buen grupo de directivos de la primera empresa europea de su sector y una de las tres primeras de Europa.

Al final de estas dos jornadas, el Desarrollo del Liderazgo les ha permitido reflexionar y descubrir, a través de su propio diagnóstico, 20 conceptos ligados a su actividad directiva:

1) Que el líder no nace ni se hace, sino que se forja
2) La importancia determinante del Liderazgo respecto a la atracción, fidelización, desarrollo e interacción (clima) del talento
3) El Talento como Capacidad por Compromiso
4) Las 4 D del Talento: Disfrute, Diversidad, Dedicación y Dominio
5) Los 3 componentes esenciales del Liderazgo: marcar la pauta, equipo, movilizar
6) Los 5 sentidos respecto al Liderazgo (fluidez)
7) Las diferencias entre gestor, ejecutivo, directivo y líder
8) El Liderazgo es en más del 90% Inteligencia emocional: Seguridad, Serenidad, Superación, Servicio, Sinergia
9) Las fortalezas características (Martin Seligman)
10) La secuencia del Talento a los Resultados (David Maister)
11) Las siete cuestiones más relevantes en los negocios (también Maister)
12) Las 6 características de un Equipo de VERDAD
13) La matriz Confianza-Compromiso
14) Las 7 actividades que configuran un Estilo de Liderazgo (El Club del Liderazgo)
15) Los estilos de aprendizaje (David Kolb)
16) Círculo de influencia y de preocupación (Stephen Covey)
17) La confianza como cuenta corriente emocional (también de Covey)
18) Jefes tóxicos: fuentes de toxicidad (Peter Frost)
19) Los 10 pecados capitales del jefe (Leo Farache)
20) El líder como gestor del cambio

En un mundo tan competitivo y cambiante, l@s directiv@s que no apliquen el “conócete a ti mismo” del Oráculo de Delfos y un plan de acción con prioridades al menos a estas 20 variables de Liderazgo, no está dando lo mejor de sí mism@s.

¿Qué es lo que encontramos en la prensa económica de este fin de semana?
“El triunfo de la empresa emocional”, proclama mi admirado Juanma Roca en su página de La Gaceta. Y subtitula: “Una década después de la publicación del famoso libro Inteligencia Emocional de Daniel Goleman, las organizaciones han transformado su cultura racional por otra que prima el valor de las personas”. Juanma se refiere a un coloquio organizado por IIR con Luis Huete y cuatro directores de RRHH. Como dicen los niños, “alucina, vecina”. “Compromiso, talento, motivación e inteligencia emocional forman el círculo virtuoso de las organizaciones”, apunta uno de ellos. No seré yo quien obvie el impacto del famoso libro de mi amigo Daniel, del que se han vendido más de cinco millones de ejemplares en todo el mundo, pero de ahí a decir que la empresa emocional ha triunfado… ni Goleman lo suscribiría.

En Expansión & Empleo, Tino Fernández trata del asunto del líder mediático… en opinión de expertos en comunicación (Manuel Campo Vidal, Miguel López-Quesada), de profesores universitarios (Santi Álvarez de Mon, Marcel Planellas), pero no precisamente de los propios líderes empresariales, de quienes prefieren la discreción o de quienes asumen la presencia y visibilidad (los nombres están en la mente de todos). ¿Hablan los expertos de lo que sería necesario o de lo que ocurre?

Y en Cinco Días, Rosario Correro se hace eco de la inauguración por parte del filósofo José Antonio Marina (otro amigo a quien aprecio mucho) del ciclo Pensar el Liderazgo en ESADE: “La imagen de la empresa como institución ha descendido muchísimo, está en horas bajas”. Marina (y Jordi Pujol, que también intervino en la sesión) considera que “hemos hecho algo nefasto, que es eliminar el concepto de voluntad”.

¿En qué quedamos? ¿Estamos en el mundo de las empresas emocionales o de las mal vistas? ¿En el de los líderes admirables o en el de los jefes tóxicos?

En realidad, se trata de lo que Jeffrey Pfeffer denominó en su día el KDG (Knowing-Doing Gap). La diferencia entre el saber y el hacer. Nuestros directivos (y sus empresas en su conjunto) saben mucho, elaboran discursos maravillosos sobre el talento, el liderazgo, la motivación, el compromiso… y entretanto sólo uno de cada seis da la talla como líderes resonantes y más de un tercio se comportan como “jefes tóxicos”. En palabras de Ignacio de Loyola, un líder muy práctico, “saber sin hacer no es saber”.

Entretanto, en Burgos, la tierra del Cid, unos cuantos directivos se tomaban en serio su función y, desde la humildad, sentaban las bases (con datos, un diagnóstico certero y objetivos concretos) para liderar mucho mejor.