Diez años en "guerra"

Este fin de semana, Juanma Roca nos habla en La Gaceta del estudio de McKinsey Making talent a strategic priority (Convirtiendo el talento en una prioridad estratégica), diez años después de The war for talent (La guerra por el talento).

En 2006, esta consultora afirmó en un informe que el talento per se es la principal prioridad estratégica para el resto de la década. En otro informe de hace dos meses, declaraban que según los directivos se producirá un recrudecimiento de la “guerra por el talento” y una intensificación de la globalización en esta guerra: “ninguna otra tendencia ha sido considerada tan desafiante como la del talento”.

Según Making talent a strategic priority, en esta última década las empresas han basado sus políticas de recursos humanos en mejorar sistemas y procesos y han menospreciado la gestión del talento. En esta línea, “sus esfuerzos han sido escasos o incorrectos”. Estoy plenamente de acuerdo.

Es más. “muchas empresas siguen enfocando el talento como una cuestión táctica más que como un problema integral que está íntimamente ligado a la estrategia de negocio a largo, lo cual requiere la atención directa de la dirección y numerosos recursos”. Tanto lo directores de recursos humanos como los jefes de línea prestan escasa atención en la práctica a la gestión del talento, porque no es una prioridad o porque las unidades apenas comparten información al respecto. Por si todo esto fuera poco, los propios directores de recursos humanos sienten que los sistemas y políticas de RRHH son inadecuados, que no se evalúa a los profesionales por la efectividad de su gestión del talento y que en general las decisiones de RRHH influyen poco en cómo se lidera a las personas.

Los principales obstáculos a la gestión del talento son:
- Los altos directivos no le dedican suficiente tiempo (59%)
- La organización se aísla en compartimentos estancos (48%)
- Los jefes de línea no están demasiado comprometidos con el desarrollo de las capacidades y la carrera de sus empleados (45%)
- Los jefes de línea no son partidarios de diferenciar a los mejores empleados de los mediocres (40%)
- La alta dirección no está demasiado involucrada en la gestión estratégica del talento (39%)
- Los jefes de línea no gestionan el talento de los profesionales de bajo rendimiento de forma adecuada (37%)

Por si todo esto fuera poco, más del 60% de los directivos cree que es un departamento administrativo, no un socio estratégico del negocio, y no se le evalúa por el éxito o fracaso de sus políticas de gestión del talento.

En definitiva, la mayor parte de las organizaciones (en todo el mundo, y especialmente en nuestro país) poseen enormes oportunidades de mejora en situar al talento en el corazón de la estrategia, en organizarlo de forma diferente (la estructura sigue a la estrategia), en definir apropiadamente el talento y en desarrollar el liderazgo a todos los niveles. Habrá ganadores y perdedores, estoy convencido.

Juanma Roca ha titulado a su artículo “Guerra por el talento sin generales”. Así es. Como escribió Peter Drucker respecto a la última Guerra Mundial, duró tanto porque “no murieron suficientes generales”. Estoy convencido de que en esta “guerra por el talento” no va a pasar lo mismo.